Para el que siendo incrédulo y sólo ve con los ojos, la obscuridad o la niebla pudieran ser el pretexto perfecto para decir con fingida emoción, que el creer es imaginar, y que queriendo creer se atreve aún más a decir, que Tu amada presencia se define como una sombra, que después adorna con singular fantasía; mas, para el que ama de corazón, nada de lo irreal le sorprende y le asombra, porque al sentir la razón de su origen y creación, le hace vivir, en cada palabra del Creador, la fe que mantiene la esperanza en su existir.

No preguntes cómo, ni cuando, no es necesario perderse en la bruma, el Señor siempre te anda buscando para tener un encuentro contigo. A mí primero me hizo su amigo, cuando perdido estaba vagando, después me hizo su hermano, para estar siempre conmigo, y ante el desconsuelo y la desesperanza, me dio como consuelo toda la atención y la confianza de un maestro querido.

Caminar solo, no lo aconsejo, ni al peor enemigo, pues fácil resulta perderse por el camino del mal, escondiéndose de la luz como un animal temeroso, herido y perseguido, que de tropiezo en tropiezo, se empieza a no creer en nada y de la nada, resulta el desprecio por la vida obsequiada; mas, siendo Jesús el unigénito del Padre celestial, vino a salvarnos del pecado, ofreciéndose como el Cordero Pascual, puro, perfecto y divino, muriendo en la cruz, resucitando al tercer día para tener vida eterna.

Señor, danos de beber el agua de vida eterna para llenarnos de ti, para vencer nuestras debilidades, para amarte sin condiciones y para vencer nuestras dudas y nuestros miedos.

 

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