La seguridad económica en la vejez se define como “la capacidad de disponer y usar de forma independiente  cierta cantidad de recursos económicos y en montos suficientes para asegurar una buena calidad de vida”. Se tiene seguridad económica por ingresos derivados del trabajo, ahorro en activo físico o financiero, el apoyo por los sistemas de seguridad social y las redes de apoyo familiar. La transición hacia el retiro y la viudez reduce los ingresos y aumenta la probabilidad de pobreza en los hogares con personas mayores.

La vejez disminuye la posibilidad de generar ingreso. Ser pobre en la vejez es vulnerabilidad y condición de inseguridad económica.  Prueba de la inseguridad económica en la vejez es la tasa de participación en el mundo laboral lo cual obedece a necesidad económica. La falta de cobertura del sistema de seguridad social y los bajos montos de las jubilaciones y pensiones son factores que obligan a los adultos mayores a mantenerse económicamente activos. La proporción en México es de 30%, en Europa es  15%. En México, en el año 2000, 67% de hombres de más de 60 años, y 43% de 65 años o más, seguían  laborando. Las mujeres, sólo 10% continuaban activas. Actualmente hay 11.7 millones de adultos mayores de 60 años. Su tasa laboral es 34%; sólo 26% está pensionado (Inegi) Tres de cada cuatro adultos mayores (74%) está en el mercado informal. 33% de los  que trabajan gana un salario mínimo y 16% no recibe ingreso por su trabajo.

La participación relativa de adultos mayores pasó de 6 a 10% entre 1990 y 2014. Se espera a 2050 incremente a 21%. Se duplicó el número de adultos mayores  de 5 a 11.7 millones de 1990 a 2014. El Consejo Nacional de Población (Conapo) para 2025, calcula 17 millones de adultos mayores, y en 2050 será 32 millones.

El nivel de inserción al mercado laboral disminuye conforme avanza la edad.  49% de las personas de 60 a 64 años es personal ocupado o buscador de empleo. Sólo 9% de adultos mayores es empleador; 50% trabaja por cuenta propia.

78% de las pensiones provienen del IMSS; 15% las otorga ISSSTE, y 7% otras instituciones. En México hay 32 millones de hogares, y en tres de cada 10 vive al menos una persona mayor de 60 años. 18% de los adultos mayores reside en  hacinamiento mayor a 2.5 personas por cuarto, 4% habita en hogares que presentan piso de tierra; 2% vive en hogar con techos de lámina de cartón.

A partir de la encuesta intercensal se identificó que en 2015 había 120 millones de personas; 10.4% correspondía a mayores de 60 años (12.4 millones) En México la cifra se elevó en cuatro décadas, mientras que en Europa en dos siglos, por lo que el país no tiene tiempo para prepararse y enfrentar los retos para que este sector satisfaga las necesidades básicas de alimentación, vivienda, salud y cuidados. El escenario ideal sería una pensión suficiente para cubrir las necesidades; sin embargo, en 2013 sólo 26% de mayores de 60 años en adelante tenía una pensión digna. La mitad de la población de hombres en esas edades participa en una actividad económica; entre las mujeres el porcentaje es de 20% aunque más del 70% está en la informalidad y predominan labores que están en desprotección social, como agropecuarias en localidades rurales, y de servicio, en el caso de los varones, y las de servicio y comercio, para ellas.

Acerca de la salud, es necesario que quienes aún no alcanzan los 60 años pongan más cuidado en su persona para evitar las enfermedades crónico-degenerativas, que representaría más años de vida pero en malas condiciones. En la parte económica, se requieren medidas y acciones de gobierno, como la revisión del sistema de pensiones y una reforma a la seguridad social, medidas que permitan proteger a esa población.