Y veo las cosas igual sabiendo que eso no es posible, porque cada momento que vivimos es diferente, mas, siempre encontraremos elementos de enlace que conecten el ayer, que se quedó para siempre en nuestra mente, con el presente impredecible, que como una fuerte corriente de un río embravecido, pretende llevarse todo lo que está a su paso para borrar las huellas del pasado, pero, que una vez terminada la tormenta y entrado en calma, al voltear atrás, se percata de que no pudo arrancar las raíces de todo aquello que fue construido con ilusiones, con pasión y con un amor incuestionable, por el tiempo que se nos concedió para poder decir: estuve vivo.
Los acordes del corazón integran en su conjunto la esperanza para seguir adelante por más difícil que haya sido el acontecer en el espacio que se nos concedió por el Creador, para habitar nuestro amado planeta.
La luz interior que mueve nuestro ser, tiene como principio fundamental, el nutrirse de las incontables experiencias, para que nuestra materia llegue a un estado de maduración y de pureza, que sin dificultad pueda pasar en espíritu, por la mirada del Todopoderoso, para congraciase con la sintonía universal e incorporarse a la eternidad, y que a voluntad de Dios, pueda reintegrarse en todos sus elementos, para renacer a una nueva vida y seguir intentando alcanzar la perfección que garantice la viabilidad de todo ser vivo sobre la faz de la Tierra.
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