No: no crea a ningún medio masivo de comunicación: no lea periódicos ni escuche noticiarios.

No haga caso cuando se habla de accidentes. Solamente, le pedimos que de un vistazo en redes sociales, donde se ha desarrollado una nueva especie de reporte comunitario, que está aún lejos de ser periodismo, y que se refiere al reporte de accidentes viales.

Hoy es la moda que una persona acuda en su vehículo al encuentro de los accidentes automovilísticos, pero lo que pensamos, es más grave, es que cada día son más los que reportan… pero también son más los que participan, es decir: hay muchos más accidentes.

¿A qué se debe exactamente?

Muchos factores influyen: la falta de pericia de quienes han optado por comprar una carcachita vieja y barata en “el otro lado” y las han “registrado” en una de esas centrales apócrifas que les prometen una legalización que nunca llegará, pero que los han convertido en flamantes automovilistas, carentes del conocimiento de reglamentos y más, o es porque tenemos más prisa cada día.

Quizá se debe a que Victoria se ha inundado de vehículos que sobrepasan su capacidad de tráfico, o la falta de semáforos y agentes viales.

O pueden ser todos los factores anteriores.

De lo que no hay duda es que tenemos muchos más accidentes que antaño, y eso es alarmante, porque cada día tenemos más damnificados, más gente que pierde su salud y su patrimonio por un momento de descuido, de ellos o de terceros, y más grave aún, que poco más del 65 por ciento de estos incidentes son propiciados por el abuso de la redes sociales, es decir, porque quien maneja va estupidizado o estupidizada viendo su Facebook o contestando el Whats App como prioridad, dejando como segunda importancia la conducción.

Ponen en riesgo su vida y la de los demás, y eso no es nada bueno, a fuerza de ser sinceros.

Y sí, tienen una gran parte de responsabilidad las políticas oficiales en cuanto a reglamentos de tránsito se refieren y a su rigor en la aplicación de éste: vemos todos los días más gente que maneja y lleva el teléfono celular en la mano poniendo muy poca atención a lo que puede significar su existencia.

En Victoria somos alrededor de 350 mil habitantes los que a diario convivimos: ¿Cuántos le gusta a usted que seamos los que manejamos? No es posible, definitivamente, que la autoridad tenga un agente para cada uno de nosotros, por tanto, resulta imposible que controlen todo el tráfico existente.

Es aquí donde interviene la participación de la comunidad: si usted y nosotros entendemos la importancia de respetar los límites de velocidad, de no estacionarnos en doble o triple fila, en pensar que somos tan importantes como otros automovilistas, es cuando podríamos experimentar un cambio positivo tanto en actitudes como en estadísticas de siniestros.

Hay que exigir a la autoridad que cumpla co su función de salvaguardar el orden y pedir que se respete un reglamento existente, pero también hay que hacer los esfuerzos necesarios que nos permitan tener buenos resultados.

No podemos dejar la responsabilidad en una sola parte actora: somos responsables quienes manejamos, quienes caminamos pro las calles y no respetamos los pasos de peatón, cruzando a media cuadra y demás, somos responsables las autoridades y todos, absolutamente todos, por lo que los resultados, positivos o negativos, son consecuencia de la forma de conducirnos de absolutamente todos.

Y entonces, nos quitamos la máscara de mártires, de abusados o restringidos, de humildes o prepotentes, y tenemos que abocarnos a cumplir con la ley, para que todos tengamos una mejor calidad de vida.

No queremos más accidentes, no queremos que trabajen tanto esos reporteros viales, porque de su trabajo se deduce la irresponsabilidad vial.

Queremos vivir mejor todos, y vivir mejor para todos.

 

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