En las tranquilas aguas de la inocencia, no llegan las turbulencias del desenfrenado embate de las maledicencias generadas por los interesados en salvar a México y a los mexicanos. Hasta este momento, los ciudadanos sólo hemos escuchado los dimes y diretes de los precandidatos, y a mi entender y si fuere mi base de referencia, la impotencia que evidencian para acceder al poder de estos ilustres iluminados, todos están por sí mismos, descalificados para emprender la difícil tarea de recomponer lo que debería de ser fácil de hacer. Si realmente nos preguntan a los ciudadanos lo que anhelamos tener, palabras como justicia, seguridad, buen empleo, democracia y paz, sobresaldrían, y para poder lograr  tan justa retribución, tendríamos primero que volver a nacer, para tener plena consciencia de que sólo con verdadero amor por el prójimo, se puede ser justo y humilde, y realizar todo con transparencia.

¿Qué es lo que va acontecer? en verdad no lo sabemos, por un lado, hay una fuerza de poder que podría no dejarse sorprender por un resultado no deseado; por otro, una fuerza que dice contar con la mayoría de los ciudadanos, pero existe en su proceder, una línea de odio acentuado que nada bueno podría traer a un país, que para su desarrollo, necesita pensar en crecer, dejando atrás el pasado.

A algunos ciudadanos los llama la sed de justicia; a otros, la venganza; y  otros tantos, sólo quieren tener oportunidad de copiar lo que hicieron aquellos que ganaron con tranza.

Cualquiera que sea el resultado, siempre debemos pensar, que empezar de cero nos puede costar muchos años de más pobreza y desesperanza; sin duda, se tiene que combatir el mal que nos ha quitado la oportunidad de ver al futuro con mayor esperanza; tal vez valdría la pena recordar, aquella frase de Jesús,  que nos invita a la reflexión sobre la condición humana: “El que esté libre de culpa que tire la primera piedra”.

 

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