En mis dos entregas anteriores he dedicado este espacio a valorar la oportunidad para reordenar, reconstruir, reinventar a uno de los destinos turísticos más emblemáticos de nuestro país. La devastación que dejó Otis nos hace pensar en el mito griego del ave fénix, el simbolismo de la renovación, el ave que renace de sus cenizas.

Ahora es momento de retomar proyectos de desarrollo aptos para la población local, que habían sido pospuestos; y a la par adoptar nuevos enfoques y paradigmas urbanos, económicos, sociales, culturales, y desde luego, turísticos, que consideren los desafíos más acuciantes de nuestra época, entre ellos, el combate a la pobreza y la desigualdad y el cambio climático.

En mis artículos referí exitosos ejemplos de reconstrucción, como lo son los casos de Nueva Orleans, después de Katrina; Bilbao, después de la desindustrialización y Medellín, después de la devastación del crimen organizado. Sin embargo, los errores, inercias y resistencias al cambio hacen acto de presencia en un proceso de reconstrucción. Ningún programa o plan es absolutamente infalible. Por ello, es importante mantener en el radar algunas de las problemáticas que han surgido en otras experiencias, para tratar de que el camino hacia la reconstrucción esté tan allanado como sea posible.

Por ello, en esta entrega destaco algunos de los errores de mala administración e incorrecta orientación de los procesos de reconstrucción de ciudades azotadas por fenómenos naturales u otros sucesos que las devastaron parcial o totalmente. Para ello consulté a la Inteligencia Artificial ChatGPT4.  El catálogo de lo que SI se debe hacer, es tan importante como lo que NO se debe hacer:

  1. Lenta respuesta gubernamental. Esto no es privativo de los países en desarrollo. Ocurrió en las zonas de Lower Ninth Ward, Gentilly y Lakeview, entre otras, tras el huracán Katrina que inundó el 80% de Nueva Orleans, y se reflejó en una mala planeación de políticas de vivienda y uso de suelo e inadecuada construcción de diques. Cuando los fenómenos causantes de la devastación arrasan con las viviendas y otras construcciones, la propensión a que se desaten disputas por lotes, terrenos y demás es muy alta, por lo que será necesario anticipar y prevenir dichos escenarios con una eficaz respuesta del gobierno en cuanto a normatividad de uso de suelo y planes de reconstrucción de viviendas.

  1. Falta de coordinación entre la ayuda privada y la ayuda del gobierno. La descoordinación generalmente está mediada por corrupción. Tenerlo presente contribuye a mantener un monitoreo atento al cauce que toman las ayudas. En un extremo de este escenario se coloca la experiencia de Puerto Príncipe, en Haití, que en el fatídico terremoto de 2010 pudo recibir una gran cantidad de ayuda externa, pero la corrupción imperante en el país impidió que los ciudadanos se beneficiaran de ella. Hoy en día todavía algunos haitianos viven en refugios improvisados, pues nunca recuperaron sus viviendas. La misma problemática hizo su aparición en Indonesia, durante la reconstrucción posterior al Tsunami del 2004.

  1. Disputa entre ideas y propuestas de reconstrucción. La competencia entre iniciativas y estrategias puede llegar a la parálisis y el consecuente retraso en la puesta en marcha de las soluciones. Algo similar ocurrió en el proceso de reconstrucción del World Trade Center de la Ciudad de Nueva York, tras el atentado del 11 de septiembre en el 2001. Las tensiones entre grupos de poder económico para que se impulsen las estrategias que proponen, generalmente aparecen, de ahí que es importante que el gobierno se anticipe y ponga las reglas del juego en cuanto a la forma de selección de las propuestas idóneas que logren grandes consensos. Nueva Zelanda también padeció retrasos en la reconstrucción de Christchurch tras los terremotos del 2010 y 2011.

  1. Larga e interminable evaluación. La evaluación de la situación tras el desastre, es fundamental, pero debe tener límites y un marco temporal que permita que sea efectiva la recuperación. El caso de Chernóbil, en Ucrania es paradigmático en este error, pues tomó demasiado tiempo y acabó como una zona abandonada por mucho tiempo.

En el caso de Acapulco, definitivamente es necesario hacer una evaluación y realizar al menos 5 censos vinculados con la actividad en la Bahía de Santa Lucía. (1) El gobierno federal ya se encuentra conformando el censo del daño en la infraestructura hotelera, según me reportan hoteleros del Puerto, se habilitó una liga para subir a una plataforma las características de los hoteles afectados; sin duda es de primera importancia contar con la información del número de personas que en ellos laboraban, los hoteles que cuentan con seguro, aquellos que tienen interés de reinvertir y rescatar su propiedad y aquellos que no están en posibilidad de hacerlo, pues de esa información dependen las acciones a tomar por parte del gobierno para una rápida recuperación.  Es decir, la gestión de créditos blandos o incluso a fondo perdido como entiendo ha ofrecido el Banco Interamericano de Desarrollo o la compra, por parte del gobierno, de ciertas propiedades a considerar en un plan estratégico de reconstrucción de Acapulco. (2) Un censo que arroje datos sobre los pescadores que perdieron su forma de vida al destruirse el patrimonio que representaban sus lanchas; (3) un censo de los prestadores de servicios turísticos: quiénes rentaban parachutes o motos o quiénes vendían artesanías o comida en las playas; (4) un censo de restaurantes, bares, discotecas y pequeños comercios y que se encuentran, algunos de ellos, completamente destruidos y (5) un censo de la fauna y flora arrasada por Otis, pues me comentan que hay árboles de entre 50 a 100 años que fueron arrancados de raíz por el huracán, sin duda, se requiere una reforestación mayor, pues Acapulco es de naturaleza exuberante y así debe ser reconstruido.

Por fortuna, uno de los actores clave del Puerto ha avanzado en su estrategia de recuperación. Este es el caso del Grupo Hotelero Mundo Imperial, que ha decidido llevar una reapertura gradual de sus hoteles, pero consistente con una renovación fundamentada en nuevos paradigmas tanto ambientales y de negocio, clara en los puntos de evaluación y definida temporalmente.  Antes de señalar los puntos sobresalientes, vale destacar que, dadas las dimensiones del grupo, desde luego cuenta con un seguro que apenas se encuentra dimensionando los daños. Aun así, Mundo Imperial no piensa perder el tiempo y ha comenzado con ciertas acciones relevantes:

  • Sus planes de reconstrucción apuestan por adoptar diseño de infraestructura apta para hacer frente a los fenómenos derivados del cambio climático, pero también para evitar más gases de efecto invernadero. Por ejemplo, la selección de los materiales de construcción y estilos de diseño, serán tales que los hoteles resistan fuertes vientos y lluvias. Por el lado de los servicios, se está pensando en construir los sistemas de agua y energía apoyados con energía solar fotovoltaica.
  • El modelo de negocio turístico también está sujeto a cambios, en tanto que va a destinarse una parte de la reconstrucción a hoteles con cuartos tipo departamentos, pues el mercado turístico está moviéndose a la demanda por hospedaje para familias grandes pero que puedan disfrutar de las amenidades que se encuentran en los hoteles tradicionalmente.
  • La seguridad de los empleados en la transición está asegurada mediante esquemas de solidaridad con otros grupos hoteleros. Mundo Imperial, está gestionando que algunos de sus cerca de 2 mil colaboradores, puedan trabajar en otros hoteles de otras ciudades, de manera que no se queden sin ingreso, además de que los está empleando en las tareas que son apremiantes y monumentales, como lo es la limpieza de sus propiedades.

Algunos de estos aspectos pueden ser extrapolados a la recuperación de la zona turística, porque la recuperación debe incluir inevitablemente la dimensión social y ambiental, incluyendo a los hoteles de pequeño y gran tamaño que no pertenecen a grandes complejos turísticos y que, sin embargo, generan un importante número de empleos. Especialmente esas pequeñas y medianas empresas de hospedaje turístico pueden beneficiarse de una estrategia con estos ejes, para renovar su modelo de negocio, su operación y estar en mejores condiciones de competitividad y contribuir a la prosperidad de un nuevo turismo en Acapulco, pero para ellos, la intervención y liderazgo del gobierno federal, estatal y municipal es absolutamente indispensable, sin duda, ellas (las pymes) son clave fundamental para la recuperación económica del Puerto.

La terrible destrucción que hoy vemos en imágenes que nos llegan por todos los medios posibles, toca el corazón de todas y todos los mexicanos, pues Acapulco es el origen de la industria turística nacional. Sus habitantes, cálidos, simpáticos y amables, son los primeros profesionales del turismo en nuestro país, merecen y deben ser llevados a un nuevo nivel, por el bien de Acapulco, de Guerrero y de México.

 La autora es Secretaria General de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión; ex Secretaria de Fomento Turístico del Estado de Guerrero