La Organización Mundial de la Salud lo define como “la participación de un niño (a) en actividad sexual que no comprende y a la que no puede dar consentimiento o para la cual no está́ preparado en su desarrollo y no puede consentir, o que viola leyes o tabúes sociales”. El Instituto Nacional de Salud Pública se plantea que este fenómeno “no es situacional y afecta la vida en general de quien sufrió la agresión, independientemente de si se produjo recientemente o hace mucho”.
No se habla de este abuso por falta de conciencia. La prevalencia aumentó de 2.2 en 2018 a 4.5% en 2022. Nayarit, 10%, Morelos y Nuevo León 9%, tienen las cifras más altas, afirmó Leonor Rivera, del Instituto Nacional de Salud Pública. La (OCDE) Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos en 2019 ubicó a México en primer lugar en abuso sexual infantil.
Rivera y equipo analizaron la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2018 y 2022 encontrando “crecimiento impresionante” de abuso. Se sabe que los responsables de más de 90% de casos son familia directa (papá, tíos, padrastros) Se acrecienta cuando la denuncia de la agresión contra los infantes surge en la disputa de los padres en el divorcio (Hasta en 80% de las demandas) Sólo 20% de las parejas ponen por delante el bienestar de sus hijos y alcanzan un acuerdo.
Cuando la denuncia es real no es fácil comprobarlo por razones diversas. Porque no se toma en cuenta la voz de los niños y los jueces de lo familiar y penales incumplen con su responsabilidad de avisar al DIF para que asista y acompañe a los menores, como mandata la ley hace 10 años. Por eso en la Ley General de Niñas, Niños y Adolescentes se establece figuras de representante coadyuvante sin conflicto de intereses o representante en suplencia que se asignan a los DIF.
Rivera y colaboradores advierten que las consecuencias se reflejan en daños en la salud física y mental de las víctimas, con depresión, conducta suicida y consumo de sustancias, entre otros. Comentó que cuando los niños son víctimas de abuso por su papá, la mamá se calla por razones como no creer a sus hijos, o también sufren violencia y favorece que les parezca “normal”. El temor a quedarse solas y falta de respaldo familiar, no tener trabajo y manera de obtener dinero, las lleva a ignorar las agresiones contra ellas y sus hijos.
En cualquier caso, lo importante es creer en lo que dicen los niños y que se aplique la protección legal a que tiene derecho, que por desgracia no se cumple.