Y si te dijera que tengo ganas de verte; sí, a ti, al ser que despertó en mí el interés de dejar atrás la supuesta pobreza de mi alma, sí, a ti, el ser que buscó sólo curar la herida indeseada, sin pedir absolutamente nada, al de la preocupación manifiesta que exhibiera la misma tristeza que en otro tiempo y diferente evento, lo hiciera reflejar como en un espejo, el mismo sentimiento de víctima en la edad de la inocencia y de la natural ignorancia.
Y si te dijera que mi mundo se ha transformado, que las ideas brillantes y la creatividad galopante de una juventud invencible, como no ha habido en otra era, quedaron presas en un pasado igualmente ignorado por quienes debería de aprender de su legado.
Y si te dijera, que a pesar de todo me encuentro, más que confundido, asombrado, por tanta falta de decoro de quienes gritaron a coro que lo mejor está por venir, sabiendo que el otrora ánimo voluntario, que le concede el derecho a disentir, ha sido derrotado, por dejarse consentir y por dejar de ejercer su ideario libertario.
Y si te dijera que hay que estar más que despierto, para enfrentar el futuro incierto, generado por la incertidumbre de la semilla del desconcierto, por el abandono del ejercicio de nuestra responsabilidad.
Si te dijera todo esto, tal vez sería tomado como un loco, que vive en el pasado.
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