El manejo de cifras siempre es inexacto a menos que se tenga los estados financieros, presupuestos, gastos y muchos papeles que los contadores saben manejar y ordenar. El caso es que encontramos que un gobierno de cualquier nivel maneja determinada cantidad de millones que serán aplicados a cierto tipo de obra.

De acuerdo con lo “etiquetado”, el dinero no puede -o no debiera- manejarse para otro fin para el que se abrió la posibilidad de obtenerlo. Los ayuntamientos batallan porque siempre se han quejado que les dan poco dinero en los estados, sin embargo, a veces se olvidan que mucho trabajo que hay en su localidad proviene de los mismos gobiernos estatales que disponen cantidades importantes para obras, igual de importantes.

Oscar Almaraz, alcalde de Victoria debe estar contento, porque en el primer mes de recaudación se logró obtener una cifra que ronda los 22 millones de pesos para el Ayuntamiento.

Esta suma, 4.5 millones superior a la de 2017, considera el pago de 43 mil predios, 5 mil 500 más que en el ejercicio anterior.

Si bien es cierto que en el presupuesto de ingreso y egresos ce cada año se contempla este recurso, se hacen proyecciones de acuerdo a lo que estiman que captarán. Nadie es adivino para saber que captarán exactamente cierta cantidad de dinero.

La respuesta de los victorenses al gobierno de Almaraz debe tener al alcalde contento, porque el que haya asistido mucha gente a pagar su impuesto predial en el primer mes de recepción de este impuesto es para confirmar que hay confianza en la administración actual, y además, con esos 2 milloncitos pueden manejarse para otras más extraordinarias o que estuvieron meses o años en espera de recursos.

El trabajo de los contribuyentes está dejando una buena respuesta; falta saber qué hará la autoridad con ese dinero.

Y no es desconfiar, sino dar la aprobación popular para que el presidente municipal estire hasta donde le alcance la mano para que se traduzca en obras, que finalmente, es lo que quiere ver el ciudadano común y corriente.

Ya tiene Almaraz el voto de confianza de sus conciudadanos, y ahora lo que sigue es que se formule un programa adecuado que permita -insistimos- hacer rendir esos milloncitos que han caído como gota de agua, pero que hoy con esa “cubeta” alcanzamos a cubrir algunas necesidades.

No es mágico el dinero, pero es ben habido, porque proviene del esfuerzo de cada uno de los victorenses preocupados por cumplir con la autoridad.

Pero este sector también exige.

Dicen los que saben que nada es gratis en esta vida, y Oscar Almaraz debe pagar a sus conciudadanos por la confianza depositada.

La mejor forma de hacer ese “pago” es manejar una dependencia con eficiencia y honestidad, tan difícil en nuestros días, pero sigue siendo tan necesaria.

Y así, con participaciones provenientes de la ciudadanía, las que el estado pueda aportar y las que se deje quitar la Federación, se pueda cumplir con el programa de obras considerado para la administración actual.
Interesante sería que todos fuéramos como empleados honorarios de esta administración, y reportar cualquier falla a la autoridad competente.

Imposible que estén revisando todos los días a todos los semáforos, por citar un ejemplo.

Y la invitación a esa gente que no pudo hacer su pago en enero, para aprovechar este mes de febrero como un tiempo para ponerse al corriente, tanto en su proyecto de gobierno como en las necesidades cotidianas que surgen porque hay equipos o infraestructura obsoleta o vieja, y porque todo por servir se acaba.

No seamos intolerantes con la autoridad, pero exijámosle respuestas a sus acciones que, finalmente, son acciones que se llevan a cabo con nuestro dinero, es decir, son nuestros empleados, así de claro y llano, sin adornos.

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