La elección presidencial, las alianzas entre partidos para lograr posicionamiento que les permita seguir conectados al erario público y colocar a los favoritos de cada partido político en posiciones electorales es el platillo fuerte que se oculta con mucha astucia, en realidad lo que está en disputa es el presupuesto anual, 8 billones de pesos; influir en cómo va a vivir 128 millones de personas a las cuales hay que extraer hasta tuétano de ser posible, volverse multimillonario con los negocios espectaculares alrededor de los recursos naturales, tener servidumbre inmensa a cargo del erario, disponer de quien hace fortuna o quien se empobrece; decidir a quién se otorga impunidad y a quién se le quita; es un poder diabólico, enloquecedor. López Obrador es el ejemplo típico.
Concluye un proceso electoral y pasado un tiempo se torna cuerdo, sensato, callado, reflexivo, cordial; asertivo; pero en cuanto se acerca el siguiente proceso electoral, se muestra como es, loco y cegado por la ambición. Las alianzas entre los partidos se dan por su origen; PRI, PVEM, PANAL y PES, incluso con el PRD, debido a que una buena parte de los militantes de ese partido fueron priistas que en su época desertaron por no ser tomados en cuenta de la manera que deseaban para el reparto del poder. PRD, PT, MC y Morena tienen una supuesta ideología izquierda en común. En México la ideología no gobierna; los intereses de grupo y de sus dirigentes; poder y dinero, sobre esta base deciden.
El PRI y los dueños del poder financiero en México lo saben, saben que cuentan con esta enorme y decisiva ventaja, pues los partidos políticos están conformados por comerciantes de poder y se diseñan para venderse al mejor postor. López Obrador va siempre contra aquellos que considera enemigos, quienes que no se someten a sus caprichos, por lo que un frente contra “el peje” es una estrategia siempre en marcha por el PRI, estrategia que propinó a López Obrador una dolorosa derrota electoral en el estado de México, pues él fue el candidato real, no Delfina.
Aquel que detenta el poder real, el que conoce el oficio para su uso; y que además hace dinero, conserva hilos a través de los cuales tiene acceso a decisiones de Poder. Jamás se despega y a través de esa red accede a las decisiones que a sus intereses conviene. Por ejemplo, a 10 días del relevo presidencial, Zedillo pedía que Salinas devaluara el peso. La historia recuerda que el “error de diciembre” sucede al inicio de la administración de Zedillo, cuando en realidad el proceso de depreciación del Peso se retrasó con graves consecuencias para el país y fue total y absoluta responsabilidad del manejo financiero de Salinas. Salinas y Zedillo son los dueños del poder en México.
Los inversores extranjeros que desean negociar en México en materias de energía y comunicaciones, acuden con ellos sea quien sea el presidente de México; sea cual sea el partido polí- tico en el poder, excepto que fuese López Obrador. Y este poder ni Salinas ni Zedillo están dispuestos a perderlo. Un ejemplo de esto es la obra del tren rápido a Querétaro. El gobierno federal se atrevió a dar por ganador a China y no sólo se negó a iniciar la obra; además se pagó a China una indemnización, ¿ por qué?, porque la obra no la obtuvo el ferrocarril gringo.