Llegar a Las Vegas representa recordar una cantidad interminable de momentos increíbles que me ha tocado vivir en la llamada ciudad del pecado. Mi primer viaje fue cuando Mike Tyson conquistó el campeonato mundial de peso completo y, de ahí, casi 40 años después, me tocó presenciar la demostración de grandeza del ídolo filipino Manny Pacquiao, quien este sábado pasado desafió al tiempo y, a sus 46 años de edad, dio una soberbia demostración de boxeo ante nuestro campeón mundial wélter, Mario Barrios. El resultado de la pelea fue empate, pero el mundo se queda con una gran sensación de victoria del tagalo.
El WBC, y yo personalmente, fuimos atacados de manera brutal por autorizar que Manny disputara el campeonato debido a su edad y a que llevaba 4 años sin subir al ring. Mi respuesta fue muy corta: “Hablemos el 20 de julio, un día después de la pelea”. Ahora invito a aquellos que fueron tan vocales a platicar del tema.
Pacquiao es uno de los más grandes de la historia del boxeo. Viniendo de pobreza extrema, de comer en los basureros y vivir en la calle, un día encontró un gimnasio de box que lo acogió y, de ahí, todo es historia. Ganó su primer campeonato mundial, el de peso mosca WBC, el 4 de diciembre de 1998 contra Chatchai Sasakul. Es el único boxeador en ganar títulos en ocho categorías diferentes y venció a ocho miembros del Salón de la Fama, entre ellos Oscar De La Hoya, Miguel Cotto, Erik Morales, Juan Manuel Márquez y Marco Antonio Barrera, por mencionar algunos.
Manny me llamó y suplicó una oportunidad de regresar al ring. Su deseo: ganar el cinturón verde y oro, regresar a casa y retirarse como campeón WBC. Tras pasar una importante cantidad de exámenes médicos rigurosos y recibir licencia de la Comisión de Boxeo de Nevada, procedimos a una votación de la Junta de Gobierno y fue así que se autorizó la pelea de campeonato mundial.
Fue maravilloso vivir esta semana en un ambiente que me remontó a las grandes carteleras que he tenido la fortuna de presenciar: una cantidad increíble de prensa mundial, la fanaticada entregada a su ídolo, una ceremonia de lectura de la Biblia el viernes por la noche realizada por el grupo cercano de Manny y un ambiente glorioso durante la pelea, con los coros constantes de “Manny, Manny, Manny” empujando al gladiador a dar todo en el ring. Y así fue. Repito, la decisión final fue empate, pero sin duda alguna es una gran victoria para Manny Pacquiao.
La cartelera fue espectacular, con muchas peleas niveladas y grandes contiendas. El campeón WBC superwélter, Sebastian Fundora, se llevó la noche al entregarse en un combate altamente dramático y sangriento en la revancha contra el australiano Tszyu, finalmente ganando por TKO en el sexto asalto.
El Pitbull Cruz ganó el campeonato interino superligero WBC al vencer a un valiente Omar Salcido, quien reemplazó a Fierro, que lamentablemente no pudo pelear por problemas de salud.
Una de las noches previas a la función, me senté a reflexionar y analizar estos casi 40 años que he estado viniendo a peleas en esta ciudad. El boxeo está considerado uno de los grandes íconos que lograron posicionar a Las Vegas, al igual que Frank Sinatra y el Rat Pack, el pianista Liberace y Elvis Presley. El boxeo construyó todo un imperio para atraer multitudes desde los años 70. El Caesars Palace fue el gran anfitrión por muchos años y ahí se dio la era de Don King y Bob Arum, promoviendo a Muhammad Ali, Larry Holmes, Sugar Ray Leonard, Marvin Hagler, Tommy Hearns, Roberto Durán y muchos más. En el Caesars, Salvador Sánchez demolió a Wilfredo Gómez.
En los 80 fue el Hilton quien tomó la estafeta del boxeo. Mike Tyson se coronó ahí, Julio César Chávez tuvo noches gloriosas, así como muchos otros campeones.
Fue a principios de los 90 cuando todo cambió para siempre. Llegó el Mirage, un hotel con un volcán en erupción en la entrada, palmeras en la ciudad desértica y una gran cantidad de atracciones. Después del Mirage, todo explotó para tener el Las Vegas que conocemos hoy, con decenas de hoteles de todo tipo. El Mirage abrió con la tercera pelea entre Leonard y Durán y desde ese momento se adueñó del boxeo. Bob Arum y Don King, y también Dino Duva, llevaron a Holyfield.
La siguiente transformación vino en 1994: regresó el MGM con el hotel más grande del mundo en ese momento, con 5,005 habitaciones, y precisamente abrió con la pelea del gran campeón mundial mexicano, Julio César Chávez, en esa histórica noche en la que perdió el invicto ante Frankie Randall. El MGM celebró el año pasado con una gran fiesta para conmemorar las 100 carteleras de boxeo en la Arena MGM Grand. Ha sido este recinto el que ha dominado y se ha mantenido con la promoción de boxeo; MGM, la casa de Tyson, Chávez, De La Hoya, Mayweather, Canelo y, obviamente, Manny Pacquiao, quien celebró su pelea número 16 en esta arena.
¿Sabías que…? El Hotel Mandalay Bay tuvo algunos intentos de posicionarse como líder del boxeo en Las Vegas. Logró llevarse algunas grandes carteleras con Oscar De La Hoya, Lennox Lewis y hasta Erik Morales, quien tuvo su primer combate contra Marco Antonio Barrera en febrero de 2000. Me acuerdo bien, pues fue mi viaje de despedida de soltero…
Anécdota de hoy… No sé cuántas veces estuve en Vegas con mi papá, pero cada viaje fue toda una experiencia memorable. Como mi papá no tomaba, no fumaba, no jugaba y no era de parranda, todo se centraba en la comida: el restaurante Piero’s, que aún sigue en pie y no aceptó vender a tantos casinos que están alrededor; el Tillerman, que también está fuera de la zona hotelera; el Chin’s, que estaba en el centro comercial Fashion Show; y quizá su favorito, el MoonGate en el Mirage, con la más deliciosa comida china.
“Mijito, lo más importante en la vida es valorar lo que se tiene y disfrutar cada momento… Yo soy feliz porque, gracias a Dios, nunca he perdido la capacidad de asombro, lo cual es fácil que suceda cuando vas a lugares tan increíbles una y otra vez. Yo disfruto cada nuevo viaje, cada nueva experiencia y hasta cada bocado, en mis encuentros con quien sea que esté”.