Ya sea frente a una pizarra dentro de un aula universitaria, o arriba de un escenario agitando a las masas con sus frenéticos beats, Christopher Muniz, también conocido como DJ Nightstalker, percibe su trabajo como una actuación.

“Siento que ambas (enseñar y mezclar) son, de alguna manera, actuaciones.

“En las dos creas un espacio para llevar a la gente por un viaje”, cuenta en entrevista remota el académico de 50 años sobre quien se han posado los reflectores por la “doble vida” que ha decidido llevar: profesor de día, disc-jockey de noche.

Triple, acaso, si se toma en cuenta que Muniz, maestro de escritura creativa y avanzada en la Universidad del Sur de California (USC), interesado particularmente en la divulgación de temas de corte científico, también es novelista y periodista musical, con una labrada trayectoria escribiendo para medios de nicho como Bassrush.
“Y tengo que encontrar tiempo para mi familia antes que todo ello; esa siempre es la parte difícil”, admite el doctor en Literatura oriundo de Colorado, Estados Unidos, aunque de ascendencia mexicana.

Si bien algunos encontrarían tales vocaciones incompatibles entre sí, en especial la solemnidad de la Academia frente al festivo desenfreno de los raves, Muniz en realidad no solamente no ve conflicto alguno sino que incluso aprovecha las herramientas adquiridas como pinchadiscos para reformular el proceso y enseñanza de la escritura, lo cual también permea en otra faceta, una más: divulgador de la ciencia.

“Trato de pensar en ello en la misma manera en la que me aproximaría, quizás, a construir un set (musical) o una playlist. Ya sabes, tengo toda esta música, y cuando escribo tengo todas estas ideas; ¿cómo las reduzco a lo esencial para eventualmente contar una historia?”.

Y es que, prosigue DJ Nightstalker, incluso ante el más académico de los textos sigue habiendo un principio, un desarrollo y un final, “de la misma manera en que debe haber movimiento a lo largo de un set con el tipo de energía que quieres construir”.

“Así que pienso que ambos (esfuerzos) son lo mismo; los dos satisfacen esa suerte de construcción de rompecabezas que mi mente disfruta, poniendo juntas las piezas, siempre queriendo resolver.

“Y la mejor parte es que jamás dos clases son iguales, dos semestres no son iguales, justo como dos presentaciones (en concierto) no son iguales. Siempre hay un elemento de evolución y mejora continua”, celebra quien ya ha cumplido un cuarto de siglo de experiencia pinchando discos, contento con la dualidad que marca el ritmo a sus días.
‘Sean pacientes y confíen’

Siempre imaginativo, el joven Chris Muniz escribía relatos y dibujaba historietas; “amo contar historias”, remarca el hoy escritor profesional.

No obstante, hubo un momento en la vida de aquel menor criado en un entorno rural, hijo de una maestra de kínder y un empacador de carne, en que quiso más bien convertirse en astronauta.

“Entonces, estaba inclinado fuertemente hacia ingeniería y matemáticas porque sentía que ése sería el camino, pero luego empecé a darme cuenta que todavía tenía esta suerte de cosquilla creativa que quería resolver. Así que me moví más hacia la literatura y la escritura”, relata.

La pasión por la música, por otra parte, fue algo más próximo a una herencia de familia; el producto de la copiosa colección de discos de su padre, con estandartes clave como Pink Floyd o Led Zeppelin, y de la resonancia de lo que escuchaba su abuelo, como Los Tigres del Norte y Chalino Sánchez.

Así, para cuando ya realizaba su maestría en escritura interdisciplinaria en el Instituto de las Artes de California (CalArts, abreviado en inglés) aprovechó un espacio libre en la radio universitaria por internet. Y lo que empezó como solamente poner música terminaría con él aprendiendo a hacer sus propias mezclas y sonorizando inauguraciones de arte.

“Simplemente, como que cobró vida propia, sin que yo tuviera el plan o la meta de hacerlo. Y aquí estoy ahora, haciéndolo todavía”, resalta, 25 años después, quien ha llevado a escenarios tan importantes como el del Electric Daisy Carnival (EDC) su Drum & Bass industrial, oscuro y delirante, como la escena de Los Ángeles que buscó reflejar con el nombre de DJ Nightstalker.

“Simbolizaba esa energía de los espacios, un tanto oscuro y quizás un poco aterradora. Pero ahora que soy un hombre adulto es embarazoso”, considera, incapaz de no reír.

¿Qué es más difícil: hacerse de renombre como DJ o como autor?
Ambos son grandes retos ahora. Escribir, por los desafíos del mundo editorial, que pasa por mucha agitación.

También, ser DJ pienso que es más difícil que nunca porque la tecnología lo ha hecho tan accesible a todos y todos quieren ser DJ, pero quieren serlo rápido, no quieren o no tienen 10 años para esperar e intentar tener su oportunidad. Todo mundo quiere ser la siguiente gran estrella al instante.

Constancia y hacer las conexiones correctas son parte de los consejos que da quien como autor ya trabaja en las revisiones de una nueva novela, y como DJ espera regresar a México para el EDC próximo.

“Si alguien está considerado cualquiera de estas opciones de vida, sean pacientes y confíen en que, en tanto refinen su arte, ascenderán a la cima. Alguien eventualmente los reconocerá”, recomienda Muniz.

Y él ya está en ese sitio, pues pinchando discos mantiene una presencia firme en la escena de Los Ángeles; apenas el 31 de octubre, por ejemplo, en una noche diabólica, se presentó en el Halloween Hell Raser del Cash Bar, junto a Cuervo, Taijing, Wh1chhouse, Kalcyfr y Randy Vission, y unos días antes en la semana masiva Respect, Drum & Bass, como parte de un cartel donde, en la primera de tres jornadas, él figuraba entre las cabezas en mancuerna con XYZ, compartiendo escenario con Airglo, DJ Reza, Martian Circus, Ocean Roullete y Raecola, entre otros.
¿Cómo comunicar la ciencia?

Parte de aquella inclinación científica de quien llegó a desear ir al espacio parece persistir en los intereses profesionales de Muniz, quien quiso enseñar escritura avanzada en ciencias naturales y no en humanidades, como la mayoría.

Un empeño en el que busca descifrar junto con los propios jóvenes cómo escribir y hablar ante el público amplio acerca de las investigaciones que se realizan.

Y es que hablar de los diversos temas científicos, generalmente de naturaleza compleja para la mayoría de los lectores, no siempre deviene en una comunicación certera.

¿La existencia de terraplanistas, grupos antivacunas y demás conspiraciones es un signo del fracaso de la comunicación de la ciencia?

Eso es parte del debate en el que hago que los estudiantes piensen. Les digo: “Es obvio que no podemos simplemente hacer nuestro trabajo y esperar que el resto del mundo entienda de qué se trata”. ¿Cómo puedo saber la mejor forma de comunicarlo?
Creo que, en muchos sentidos, obviamente la ciencia se encuentra en un espacio desafiante porque la gente no confía en los científicos en este momento.

Curiosamente, Muniz ve en uno de los puntos comunes entre el trabajo que realiza desde las letras y el que hace con las tornamesas una solución a tal desconfianza.

“Lo básico, sin importar si escribes poesía, ciencia o eres DJ, es (dilucidar): ¿Cómo establezco una conexión contigo, el lector, el oyente?

“Ahí comienza todo, y luego desde ahí mismo, si confías en mí, empezarás a creer lo que digo”, sostiene Muniz.