
La renuncia que sólo existe en su Cabeza
Los demonios andan sueltos, sí… pero no en Palacio de Gobierno, sino en las redacciones donde escriben fantasías con olor a desesperación
Los demonios andan sueltos, sí… pero no en Palacio de Gobierno, sino en las redacciones donde escriben fantasías con olor a desesperación