El concepto de «hipermovilidad articular» se refiere a la condición en la que los rangos de movimiento de las articulaciones son más amplios de lo normal, tomando en cuenta la edad y el género de la persona. Por su parte, el síndrome de hipermovilidad articular (SHA) constituye un trastorno en el que, además de mostrar una flexibilidad articular aumentada, aparecen otros síntomas, en especial el dolor.

Estas manifestaciones son debilitantes en el tiempo, afectando la calidad de vida.
Resulta sorprendente constatar que el diagnóstico del SHA suele ser tardío. De hecho, algunos autores afirman que se retrasa en promedio seis años y medio. Al parecer, esto es debido a su baja frecuencia.

Del mismo modo, no es posible evidenciar una lesión sugerente de SHA con los métodos exploratorios convencionales. Esto dificulta más el diagnóstico oportuno.

¿En qué consiste y por qué se produce?

Los mecanismos involucrados en el origen del síndrome de hipermovilidad articular son en parte desconocidos. Sin embargo, existen teorías que asocian el SHA a las alteraciones de algunos componentes del tejido conectivo.

Esta sospecha se basa en que el tejido conectivo está presente en todo el organismo. Y esto explicaría tanto la gran variabilidad de síntomas relacionados como la diversidad de órganos que se encuentran afectados.

Parece existir un componente hereditario del SHA, ya que se observa un patrón autosómico dominante. Lo anterior quiere decir que un hijo de una persona con el trastorno tiene un 50 % de riesgo de padecerlo.

La genética del SHA

Se han encontrado alteraciones en las fibras de colágeno tipo III en pacientes con síndrome de hipermovilidad articular. Esto ocasiona que dichas fibras luzcan delgadas en la microscopía electrónica, comparadas a las de la población general.

La modificación estructural del colágeno genera debilidad en los tejidos que conforma, desencadenando la gran laxitud de los rangos de movimiento articular. Asimismo, esta debilidad tisular se cree que es la responsable de los otros síntomas observados en los pacientes con SHA.

No solo se ha podido reconocer la mutación en el gen que codifica el colágeno, sino que también se evidenció una alteración en el gen de la glucoproteína tenascina-X. Sin embargo, la misma solo está presente entre el 5 al 10 % de los pacientes, por lo que un estudio genético normal no descarta el SHA.

Factores de riesgo del SHA

La prevalencia del síndrome de hipermovilidad articular varía según la literatura, calculándose entre 1 a 5 personas por cada 10 000 habitantes. No obstante, tiene una mayor predilección por las mujeres.

Del mismo modo, es más frecuente en personas asiáticas y afrodescendientes que en caucásicas. A su vez, la prevalencia parece disminuir con la edad de la persona.

Algunos de los factores de riesgo asociados son los siguientes:

Obesidad.
Traumatismos.
Actividad física intensa.
Antecedentes familiares de SHA.
Hipermovilidad de la articulación temporomandibular.

Síntomas asociados al síndrome de hipermovilidad articular

La mayoría de pacientes con SHA manifiestan dolor articular (artralgia), el cual comienza de manera intermitente hasta convertirse en un dolor crónico. Esto provoca miedo a movilizar la articulación (quinesiofobia). Sin embargo, la inmovilidad causa atrofia de la musculatura, haciendo que la articulación sea aún más inestable.

Es común que las personas que sufren de dolor constante desarrollen síndrome de fatiga crónica.
Además de la artralgia, algunos síntomas articulares incluyen rigidez, crujidos y sensación de inestabilidad. Es habitual que el dolor empeore con los movimientos repetitivos y mejore con el reposo.

Las articulaciones más afectadas son los hombros, las rodillas, el cuello y los tobillos. Por otro lado, los síntomas extraarticulares descritos incluyen a los siguientes:

Cefalea.
Trastornos del sueño.
Calambres musculares.
Taquicardia y palpitaciones.
Sequedad ocular (xeroftalmia).
Fragilidad capilar con hematomas y equimosis.
Afecciones emocionales: depresión, ansiedad y ataque de pánico.
Alteraciones gastrointestinales: dolor abdominal recurrente e intestino irritable.

¿Cómo se puede diagnosticar?

El síndrome de hipermovilidad articular es difícil de diagnosticar, ya que no hay pruebas complementarias disponibles que lo confirmen. La sospecha es clínica en su totalidad y, por ello, el diagnóstico se debe hacer descartando otras patologías.

Existen diversos criterios útiles para el médico. El más aceptado en la actualidad es el descrito por Brighton.

Búsqueda de otras alteraciones y complicaciones

Al SHA se le atribuye un componente benigno, con el fin de diferenciarlo de otras alteraciones del tejido conjuntivo consideradas más graves. Sin embargo, la sintomatología que produce puede ser devastadora, debido a la disminución de la calidad de vida.

Del mismo modo, se han asociado una mayor frecuencia de patologías en pacientes con SHA, que hace que sea necesario descartar dichas enfermedades:

Artrosis.
Fibromialgia.
Dilatación aórtica.
Prolapso de la válvula mitral.
Displasia congénita de cadera.

La afección del tejido conectivo hace que el paciente tenga mayor riesgo de desarrollar luxaciones y tendinitis, y que sea más susceptible a la osteopenia y a las fracturas. Del mismo modo, debido a una debilidad incrementada de la pared abdominal y del piso pélvico, también aparecen hernias y el prolapso de útero y de recto.

Diagnósticos diferenciales

Ya que el SHA es un diagnóstico de exclusión, es importante descartar otras patologías:

Síndrome de Ehlers-Danlos.
Osteogénesis imperfecta.
Síndrome de Marfan.

¿Cómo se puede tratar el síndrome de hipermovilidad articular?

No existe ningún tratamiento específico para manejar el SHA, por lo que los fármacos utilizados intentan controlar los síntomas en las fases agudas. Para ello, se proponen analgésicos como el paracetamol (siempre con prescripción médica).

Los antiinflamatorios no se consideran de primera elección debido a sus efectos adversos. Asimismo, los opioides están desaconsejados en la mayoría de los pacientes.
La percepción del dolor posee un componente emocional difícil de tratar. Esto hace que sea factible prescribir antidepresivos y algunos anticonvulsivantes. El uso de estos medicamentos no debe prolongarse por mucho tiempo.

Vitaminas y síndrome de hipermovilidad articular
Algunos estudios sugieren prescribir un suplemento con vitamina C como un coadyuvante en la síntesis de colágeno. Sin embargo, en cuanto al consumo de colágeno, no existe evidencia de que este tenga alguna utilidad.

En los casos de osteopenia se debe prescribir calcio y vitamina D; de ser necesario, incluso bifosfonatos. Es indicativo tratar cualquier patología de base y disminuir el sobrepeso.

Reeducación del paciente con SHA

Para finalizar, es importante resaltar que, aunque no existe un tratamiento específico, la terapia es imprescindible en estos pacientes. El acondicionamiento físico paulatino permite fortalecer la musculatura y mejorar la postura, pero la ejercitación debe ser regular y de bajo impacto.

La finalidad es lograr movimientos articulares coordinados que disminuyan los microtraumatismos. Por ello, la fisioterapia es esencial.

Asimismo, se recomienda la caminata a paso rápido durante 30 minutos al día en terreno plano, utilizando calzado apropiado. Algunos autores recomiendan el uso de dispositivos de apoyo, como plantillas, rodilleras y cinturón lumbar.