¿Piensas que pagas una fortuna por comida? ¿Semana a semana tiras ingredientes que no usaste porque se echaron a perder? ¿Quieres comer mejor pero crees que es caro? ¡Llegaste al lugar correcto! Toma nota que vas a reducir gastos y cocinar mejor con estos tips.
Deja de invertir toda la quincena en comprar comida si al final terminarás desperdiciando la mitad. El secreto está en elegir de forma inteligente y aprovechar hasta la última hoja de lechuga que llegue a tu casa.
Reducir gastos es cosa de organización
Y… sí. No esperes que el dinero regrese a ti si sigues comprando como siempre, todo empieza en el supermercado. La primera recomendación es ver la comida como una inversión, no como un gasto. Evita los ultraprocesados y mejor compra productos congelados o en latas que no tengan conservadores y que sean buenos para tu salud.
Los restaurantes le llaman merma a todo aquello que no se usa en un plato y para reducir costos ¿adivina qué? eso lo usan en alguna otra cosa en lugar de mandarla al basurero.
Mira los ingredientes en su totalidad, así te costaron así que entre más los aproveches, menos valor monetario tendrán y tú, de paso, te nutrirás mejor cuando sean naturales.
Amígate de la merma y ahórrale chamba al señor de la basura. Primer acierto para bajarle a los gastos al cocinar.
Aprovecha todo (sí, los tallos y las cáscaras también sirven)
El ejemplo más claro de merma es el brócoli. ¿Cuánto usas del total de la verdura que compras? La respuesta generalmente es ‘solo la parte de los arbolitos’ pero hay tooooodo un tronco que, aunque parece inútil y duro, también se come.
Con este ejemplo te sugerimos dos cosas: guárdalo para hacer un buen fondo de sopas o bien rebánalo en lajas delgadas, saltéalo en aceite o mantequilla y sazona con hierbas aromáticas. Listo. Tienes una guarnición de campeonato.
Los tallos de esas espinacas que compraste para el jugo verde también tienen nutrientes así que no los dejes fuera de la licuadora. También piensa en los rabitos de los chiles secos: aunque esos no se comen, tienen aromas ahumados que puedes agregar a caldos y luego quitar.
El tipo de sal es relevante en términos de cantidades
Un gasto hormiga al cocinar es todo aquello que usamos por inercia: el aceite, algunas especias y específicamente la sal. No existen diferentes variedades solo por el ocio de los cocineros que las utilizan en sus recetas sino porque tienen distintos grados de salinidad y nutrientes.
La sal de mesa, por ejemplo, sala mucho más que la de Colima pero tiene menos minerales así que usarás menos de la primera y más de la segunda.
Si utilizas sal de mar es probable que tengas un efecto similar que cuando ya está refinada pero tardará más en deshacerse y sazonar. (coff coff, gasto de gas, coff coff)
En esto tú decides. Obviamente la mejor sal será más cara y aquella que no hace más que salar es la más barata. La alternativa siempre será buscar opciones que te den ambas cosas y recuerda: la alimentación es una inversión así que en este punto te recomendamos no escatimar.
Las magníficas -y baratas- legumbres
Un kilo de frijoles cuesta entre 35 y 50 pesos mexicanos de acuerdo a la variedad. Con esa cantidad de producto podrías comer ¡semanas enteras! esto sucede porque tienen mucha proteína y carbohidratos complejos que mantienen ocupado a tu sistema digestivo. Sí. Las legumbres son llenadoras, saludables y muy económicas.
Sin embargo, entendemos que no sea del todo atractivo basar la dieta en ellos. Te recomendamos comprar diferentes leguminosas e incorporarlas de forma esporádica. Piensa en un panecito untado con hummus de garbanzo, un ceviche de lentejas, una ensalada de frijoles o hasta una fabada asturiana.
Los huesos y pieles de animales también te los cobran
La mejor forma de economizar a la hora de pensar en la carne de la semana es comprar trozos completos y porcionarlos en casa. Sí, sabemos que suena complicadísimo deshuesar un pollo o quitarle las espinas al pescado pero fíjate cómo te lo venden: lo pesan completo y con base en eso determinan el precio.
Los huesos sirven también para hacer fondos así que no los tires. Te recomendamos designar un recipiente en el congelador para acumularlos y cuando necesites un caldito tengas huesos que liberarán todo su sabor y colágeno en tu sopa. Así de fácil es reducir gastos.
Cocinar mucho es gastar menos
Piénsalo así: cada vez que enciendes una hornilla de la estufa por 10 minutos se van por lo menos 50 centavos en gas.¿Qué mejor que aprovechar esa flama para cocinar lo de toda la semana? Otro truco mental: si preparas mucho desperdicias menos.
Haz la prueba y cocina una sopa de verduras suficiente para una semana. Aunque cinco litros tardarán aproximadamente cuarenta minutos en hervir y estar listos, si eres una sola persona en casa esta cantidad te durará congelada ¡más de un mes comiéndola tres veces por semana!
Aquí ahorraste tiempo, esfuerzo y la penosa necesidad de cocinar todos los días si no te gusta. Eso sí, no olvides porcionar por semana; calcula dos cucharones por plato.
El guardadito de sobras para los caldos
Cuando limpiamos verduras queda un montón de pedacería que de pronto podría parecer basura. ¡No lo es! Aquí también aplica el viejo truco del recipiente o bolsita en el congelador.
Las hojas de las alcachofas, las semillas del jitomate, el tallo de los chiles, los tallos, TODO sirve y así puedes reducir gastos. Cuécelo en agua y con eso haz sopita, salsas o sazona tu carne.
Almacenar correctamente cada alimento
Esto es indispensable si la intención es gastar menos. Aprende a guardar cada cosa en su lugar del refri, conoce las formas para que las hortalizas duren más y también mira qué alimentos van mejor a temperatura ambiente.
Organiza los anaqueles de tu despensa de acuerdo al momento en el que los compraste: los más nuevos hasta atrás y lo más viejo adelante. No dejes al rayo del sol las especias ni las hierbas aromáticas porque pierden propiedades. Amígate de tu refrigerador y del congelador. Porciona la comida. Triunfa en el acto de reducir gastos.