Desde hace una década, Dora Goldsmith, una egiptóloga de la Freie Universität de Berlín y la principal referencia de la arqueología del olfato del antiguo Egipto, ha recreado varias de los perfumes que usaban los faraones.
Y es que los jeroglíficos grabados en los templos y papiros de la época dan a conocer una larga tradición con fragancias y perfumes, los más exquisitos y lujosos de entre ellos llegaron incluso a convertirse en una parte indispensable de las ofrendas de los dioses y faraones.
Dora lleva cuatro años recreando los perfumes, fragancias y otros productos de higiene personal siguiendo las recetas que han sobrevivido hasta la época actual. Ella comenzó a recolectar pequeños frascos los ingredientes aromáticos que identificaba en inscripciones y documentos para preservar.
Ella quería saber a que se refieren cuando ponían en los escritos “olor divino” y a que se referían con oler bien en el más allá. Con los ingredientes y los jeroglíficos, la egiptóloga creó hasta ahora una especie de biblioteca-archivo con más de 200 aromas.
El primer aroma que recreó fue el Kyphi, uno de los perfumes más conocidos del antiguo Egipto. Se utilizaba para perfumar la casa, la ropa, el pelo de las mujeres y como goma de mascar ya que algunos perfumes se podían comer. Además, existía en forma de incienso para ponerlo en los templos.