Vivimos en una cultura que exalta la necesidad de ser independientes y autosuficientes, de amar sin apegos y evitar a toda costa cualquier tipo de dependencia emocional. Sin embargo, la exaltación del «yo primero» no siempre funciona. No cuando las personas somos esos seres que necesitamos la vinculación con los demás para sentirnos seguros y hasta autorrealizados.

Construir lazos con parejas, familiares y amigos no siempre nos convierte en dependientes emocionales, sino en humanos que construyen sus propios círculos relacionales. Son espacios en los que aliviar miedos, apagar el estrés, interaccionar, aprender, cuidar y ser cuidados. Ahora bien, hay un aspecto evidente, y es el hecho de que algunos tienen una mayor necesidad de estas dinámicas.

Hay hombres y mujeres con una tendencia mayor hacia la conexión con los demás. Son figuras que para sentirse realizadas deben tener siempre a alguien a su lado. Ansían compañía, conversaciones, calor emocional y sentir que son de ayuda. Podríamos definirlos también como hipocondríacos relacionales, porque si hay algo que temen es fallar, defraudar, darse de bruces contra la soledad…

Comprendamos mejor este perfil tan interesante.

Ser una persona altamente relacional se caracteriza por ser alguien comprometido y centrado con los demás y con un carácter generoso y humilde.

Características de las personas altamente relacionales

Las personas altamente relacionales se definen por evidenciar una alta sintonía con los demás y por ser, a la vez, muy sensibles o reactivos a dicha interacción. Es decir, si bien necesitan de esa interacción y vinculación cotidiana, dichas situaciones pueden ser en ocasiones desgastantes a nivel emocional.

Cabe señalar que estamos ante un rasgo de personalidad que no cuenta, de momento, con ninguna evidencia científica. Este concepto ha sido propuesto por la doctora Melany Joy y lo compara con el rasgo de la alta sensibilidad emocional. Pensemos en ello… ¿Y si hay personas que procesan los estímulos relacionales con la misma intensidad que lo hace un PAS con las luces brillantes o los sonidos fuertes?

La idea resulta interesante, sobre todo, porque no es la primera vez que aparece. Esta hipótesis también se plantea en el manual Ergonomics and Psychology: Developments in Theory and Practice, del 2018. Conozcamos esas características que la definen.

Una característica de las personas altamente relacionales es la hipervigilancia. Temen defraudar a los demás y esto hace que analicen cada conversación, cada palabra y cada gesto.

La vida es mejor teniendo siempre alguien al lado

¿Y quién puede negarlo? Es obvio, contar con una pareja, amigos y familia hace que nuestra existencia sea más grata y feliz. Sin embargo, hay personas que apenas toleran los instantes de soledad y necesitan de la conexión social constante. Esto suele manifestarse, por término medio, del siguiente modo:

Sienten la necesidad de compartir con otras personas cualquier experiencia, por insignificante que sea.
Todo pensamiento, deseo o sueño adquiere para ellos mayor valor cuando es puesto en voz alta con otra persona.
Son personas muy accesibles y cercanas hasta con los desconocidos, algo que les facilita trazar amistades de forma rápida y constante.

Además, son hombres y mujeres amables, cercanos y humildes. Su sociabilidad se construye mediante la autenticidad. El problema es que, a menudo, suelen asumir que los demás son del mismo modo.

Intuir al instante lo que necesita la otra persona

Una característica que define a la persona altamente relacional es su inteligencia social. En un estudio publicado por la Universidad de Cambridge definen esta competencia como la habilidad para comprender y responder con eficacia a toda interacción social. Son individuos muy eficaces en este tipo de situaciones.

Asimismo, una cualidad llamativa que les define es saber qué siente y qué necesita esa figura que tienen en frente. No solo evidencian una elevada empatía emocional, sino que no dudan en reaccionar para satisfacer al otro. Si perciben que alguien está preocupado o aburrido, no dudará en cambiar su actitud o conversación para mediar en su bienestar.

Preocupación excesiva por cuidar al máximo de cada vínculo

Las personas altamente relacionales pueden derivar, a menudo, en estados de gran ansiedad. Son esas figuras que después de despedirse de alguien repasan mentalmente toda la conversación. Analizan cada gesto, cada palabra en busca de cualquier matiz que haya podido ofender de algún modo a la otra persona.

Esa especie de hipocondría relacional que busca fallos y problemas se explica por una preocupación constante por cuidar de cada relación. Ahora bien, en ese empeño pueden llegar a la obsesión y también a la ceguera. Solo ven lo que ellos hacen, pero no la forma en que les tratan los demás.

Una persona altamente relacional se define por un apego ansioso.

Incapacidad para gestionar las discrepancias y conflictos interpersonales

Cualquier pequeña discrepancia, por nimia que sea, se vive con elevada turbación. Basta con que alguien les contradiga o les haga un sutil reproche, para que ya no sean capaces de conciliar el sueño. Esa reactividad emocional al conflicto les ocasiona un gran sufrimiento y es una variable que les cuesta mucho regular o manejar.

Si en algún momento deben dejar una relación de pareja o de amistad, tardarán muchos meses (e incluso años) en superar esa ruptura. Seguirán atrapados en ese bucle de pensamiento, intentando comprender por qué sucedieron ciertas cosas.

Agotamiento emocional

Las personas altamente relacionales ponen sobre los propios hombros todo esfuerzo en cada vínculo. En su predisposición constante por mimar la relación, ser de ayuda, alzarse como la solución a cada problema y el rescatador que anticipa toda necesidad, es común que acaben agotados emocionalmente.

A ello se le añade otro factor, y es el hecho de que carecen de filtros. Dejan entrar en su vida a toda persona y esa incapacidad para poner límites los conduce a más de una decepción.

¿A qué se deben estas características?

Llegados a este punto y tras analizar las características de este perfil, podemos preguntarnos lo siguiente: ¿son las personas altamente felices? Con este rasgo de personalidad sucede algo similar con la alta sensibilidad emocional. Disfrutan de manera profunda al compartir la vida con los demás y toda conexión emocional es mágica, pero eso sí, hay un coste.

El problema reside en su incapacidad para aplicar límites, en el miedo al abandono y en un marcado apego ansioso. Estamos ante un perfil de personalidad que es casi como un diamante en bruto. Atraen por sus buenas habilidades comunicativas, su empatía y su humildad. Sin embargo, presentan vacíos emocionales que deberían sanar y atender para tener una vida plena y feliz.