Disuelta en vinagre, o en vino tinto o blanco, la tinta se añade al pulpo previamente cocido y picado en trozos, en una sartén con cebolla, jitomate, perejil, pimientos, orégano y pimienta. Deje cocinar 10 minutos, luego espolvoree con perejil y sirva con arroz blanco.

Así versa una de las muchas maneras de preparar el típico pulpo en su tinta, cuyo ingrediente principal, esa sustancia que estos moluscos cefalópodos suelen expulsar para esconderse si se sienten amenazados o para capturar a sus presas, hace tiempo que cautiva ya no sólo al mundo culinario sino al científico.

Esto por su potencial antiproliferativo y antiinflamatorio, que podría derivar en un nuevo tratamiento contra ciertos tipos de cáncer, como lo ha investigado el químico biólogo Martín Hernández Zazueta desde hace 8 años.

“Se me ocurrió, ¿por qué no?, investigar si había cierta actividad (de la tinta) sobre el desarrollo de células cancerígenas directamente”, cuenta en entrevista telefónica el científico nacido en Hermosillo, Sonora, en 1991.
Lejos de ser un “momento eureka”, el joven investigador relata que en realidad hizo esta propuesta durante sus estudios de posgrado en Ciencia de los Alimentos, en la Universidad de Sonora, como parte de una iniciativa para el aprovechamiento de los recursos de la industria, especialmente de subproductos no comercializados e incluso desechados.

“Acá, principalmente en el norte del País, no es utilizada la tinta como tal. Al contrario, entrevistando a pescadores de la región, ellos comentan que incluso es un objeto de desperdicio en donde ellos, como si fuera una especie de calcetín, toman el pulpo, remueven las vísceras -donde vienen también los sacos de tinta-, y son depositadas en el mar.

“Cosa que se puede incluso identificar como un problema de contaminación o desechos, dado los diferentes componentes que pueden afectar a las especies marinas”, expone el investigador.

Entonces, con el antecedente de la probada propiedad antioxidante de la tinta de calamar -con la que se prepara el arroz negro en países como España o Italia-, los científicos buscaban comprobar esto mismo en una especie como el Octopus vulgaris, o pulpo común, en la Bahía de Kino, en Hermosillo.

Y fue ahí cuando surgió la idea de probarlo frente al cáncer.

“Procesando esto y yéndonos a la evaluación directamente sobre células cancerígenas, nos dimos cuenta que había (en la tinta) un compuesto o un grupo de compuestos los cuales tenían la capacidad de inhibir el desarrollo de cáncer de colon y cáncer de próstata”, destaca Hernández Zazueta.

“Nos dimos a la tarea de elucidar por medio de técnicas tanto cromatográficas y de resonancia magnética, de elucidación estructural, más que nada, qué compuestos eran los que estaban presentes en la fracción evaluada de la tinta de pulpo que tenían esa capacidad de inhibir el desarrollo de células cancerígenas”.

Para su sorpresa, al buscar en diferentes bases de datos mundiales, siempre en constante actualización, no hallaron reporte alguno sobre este compuesto, que el investigador mexicano y sus colegas ya han patentado como Ozopromida; una molécula OPC (siglas en inglés para Oligodendrocyte Progenitor Cell).

Apenas en junio pasado los investigadores publicaron en la revista científica Food and Chemical Toxicology el más reciente de la serie de artículos que han surgido de la investigación, hablando en específico del proceso de síntesis química para obtener artificialmente el mencionado compuesto. Método ya también por patentarse.

“(Sabíamos que) teníamos una primicia: un nuevo compuesto aislado e identificado a partir de la tinta de pulpo, que tiene la capacidad de inhibir el desarrollo de células cancerígenas”, subraya Hernández Zazueta, quien gracias a este trabajo consiguió una beca para realizar el doctorado en Recursos y Tecnologías Agrarias, Agroambientales y Alimentarias en la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH), en Alicante, España.

Además de identificar el tipo de muerte celular que tal compuesto induce sobre los cánceres mencionados, así como en el de mama, el cervicouterino y el de pulmón, los investigadores también han podido comprobar un efecto que disminuye el ambiente inflamatorio que puede predisponer a carcinogénesis, como sucede en el cáncer gástrico, por ejemplo.

“Hasta la fecha, seguimos trabajando en todo lo que implica poder estar desarrollando este nuevo fármaco, por así decirlo, este nuevo compuesto, para poder candidatearlo un día como un posible tratamiento contra la enfermedad”, agrega Hernández Zazueta, que en Valencia ha disfrutado de arroz y pasta con tinta de calamar. “Muy rico, de verdad”.

Pero, ¿representa una ‘cura’?

Conforme la investigación de Hernández Zazueta y sus colaboradores ha ido dándose a conocer con los años, no han faltado los aventurados encabezados en diferentes medios reportando que un mexicano “halló la cura para el cáncer”.

A lo cual el químico biólogo sonorense, sin intención de desmotivar a nadie, no puede evitar hacer una precisión: “La verdad es que no”.

“Qué más quisiera uno, en ese sentido, que decir: ‘Oye, ya tengo un fármaco tal cual que ya se puede utilizar’.

“Y, lamentablemente, algunas personas se han acercado, pues quién no ha tenido hasta el momento algún amigo o familiar o una persona cercana con esta enfermedad, y qué más quisiera uno que poder indicarle: ‘¿Sabes qué?, aquí tengo la solución’. Sin embargo, en este proceso de investigación no estamos en esa etapa aún” remarca Hernández Zazueta.

Mas la posibilidad de un tratamiento está ahí, latente; “de que tenemos algo prometedor, algo que ya comprobamos que tiene efecto directo sobre el desarrollo de las líneas cancerígenas humanas y sobre el ambiente inflamatorio, sí lo hay”, insiste el investigador.

Tan prometedor, que algunas farmacéuticas -dos internacionales y una nacional- ya se han acercado al grupo preguntando sobre los avances de la investigación y qué es lo que hace falta. Firmas de la talla de Boehringer Ingelheim, una de las 20 compañías farmacéuticas líderes en el mundo.

“Se ha acercado el CEO de ellos para preguntar cómo va este tema de investigación; le interesa realizar también investigación por acá por México, por Sonora, específicamente”, apunta el sonorense. “Ha despertado ese interés”.

¿Han ofrecido las farmacéuticas financiar este trabajo?
Estamos trabajando en ello. Ahorita estamos esperando resultados preliminares de los estudios in vivo (en modelos murinos), por así decirlo; ya posteriormente, con base en esos resultados, pues ya dar el paso siguiente que viene siendo la colaboración directa con dichas empresas.

Un futuro casi asegurado para una investigación que arrancó con un estudiante de posgrado, apoyado entonces por el Conacyt (hoy Conahcyt), y a la que se han sumado un puñado de investigadores, teniendo incluso que poner de su bolsa para que esto salga adelante.