¿A quién no le pasó de estar buscando durante varios minutos algo para poder salir a la calle y, tras varios intentos fallidos, darse cuenta de que ya lo llevaba? Si se lo cuentas a alguien, no tardarán en acusarte de distraído o despistado.
Cuando te suceden cosas similares varias veces al día, es posible aplicar algunas estrategias. A continuación encontrarás recomendaciones para disminuir las distracciones y para pensar qué te puede estar pasando.
1. Empieza por lo importante
Antes de comenzar el día, puedes hacer una lista de aquellas tareas que tienes por delante y asignarles una prioridad. De este modo, no solo tienes un panorama general de la jornada, sino que a medida que avanzas o cumples objetivos, continúas con lo que sigue.
2. Encuentra una forma de recordarte cosas
Por ejemplo, si no quieres olvidarte la comida en la heladera, puedes dejar un pósit en la puerta antes de salir al trabajo. Recordatorios con el celular también son útiles.
3. Conoce tus tiempos y aprende a manejarlos
Muchas veces, la distracción viene de la mano de la falta de organización. Por eso, es bueno que puedas planificar tus actividades.
A su vez, existen diferentes herramientas que te permiten conocer cuánto tiempo dedicas a determinada tarea o proyecto. La mayoría de ellas son tecnológicas y están disponibles para ordenadores o smartphones.
4. Intenta mantener la atención
Por supuesto que puede resultar difícil, pero si mientras estás manteniendo una conversación con alguien, también estás chequeando las notificaciones del WhatsApp, es posible que te pierdas detalles importantes de la conversación.
Por eso, intenta estar presente, aquí y ahora, en lo que está sucediendo. Ejercita el ponerte a ti mismo un límite con la cantidad de tareas y actividades que quieres resolver en simultáneo.
5. Pregúntate por aquellas cosas que te olvidas
¿En qué ámbitos te sucede el olvido? ¿Eres siempre distraído o despistado o solo en ciertos sitios?
Por ejemplo, te olvidas de llevar contigo ciertos objetos cotidianos (gafas, abrigo o llaves) o, en realidad, te olvidas de compromisos y reuniones. En ocasiones, al pensar sobre ello, acabas sincerándote con que no se trata simplemente de una distracción, sino que no te resulta atractivo participar de encuentros.
6. Procura mantener un orden
Esta recomendación va de la mano del punto anterior. Si te olvidas de objetos, asigna lugares fijos donde dejar dichos elementos. De esta manera, te resultará más sencillo incorporar el hábito.
También puedes intentar con asignar un número de tareas a cumplir antes de salir de casa. Digamos 3: buscar la comida, llevar el abrigo y controlar las gafas. Hasta que no cuentes 3, no deberías salir.
En cambio, si aquello de lo que te olvidas tiene que ver con reuniones, puedes hacer uso de alarmas o de una agenda para ayudar a la memoria. También puedes valerte de un planificador semanal o mensual y ubicarlo en un lugar visible, como la puerta de la heladera.
7. Elige un sitio libre de distracciones
Si la concentración no es tu fuerte, intenta trabajar o estudiar en un entorno poco contaminado de estímulos visuales y auditivos. En tu hogar, evita aquellos lugares que son de paso, es decir, por donde circulan muchas personas de manera constante.
8. Cierra las tareas
Es importante que intentemos focalizarnos en una tarea y comprometernos con un tiempo de inicio y de fin, aunque sea breve. Cuando esto sucede, al final del día tenemos la percepción de que no hicimos nada o que no avanzamos, porque no pudimos darle un cierre a determinados asuntos.
9. Crea momentos de ocio y descanso
La distracción también aparece tras períodos de exigencia. El cerebro necesita una válvula de escape, un respiro. Por eso, hay que encontrar un equilibrio entre el trabajo y la recreación.
10. No te justifiques
Muchas veces, las etiquetas de distraído o despistado tienen un beneficio secundario: negar la responsabilidad. Entonces, nos valemos de esta característica para justificarnos. “Es que soy así, no puedo hacerlo, ya sabes que soy despistado”.
En este sentido, para salir de la zona de confort y superarnos en aquellos aspectos que podemos mejorar, es importante sincerarnos con nosotros mismos.
Repensemos el “multitasking”
Más allá de que podamos ser alguien distraído o despistado, hay que observar el contexto. De manera permanente recibimos mensajes que alientan el multitasking, es decir, el hecho de realizar múltiples actividades en simultáneo.
Si bien podríamos pensar que se trata de una ventaja (con una mano anotamos un mensaje, con la otra hacemos una reserva, mientras leemos los labios de un compañero que ingresa a la oficina para darnos un mensaje), en el mediano y largo plazo las consecuencias son visibles. No nos conectamos con nada y no logramos darle la debida profundidad a los asuntos, por lo que no advertimos riesgos y oportunidades de mejora.
De forma progresiva, el estrés y la ansiedad empiezan a hacerse presentes. El resultado es un agotamiento mental o burnout.
Quizás también se trate de preguntarnos lo siguiente: ¿distraídos con qué? Es posible que pretendamos cumplir con aquello que está más allá de lo posible.
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