¿Quién es listo y quién inteligente? Por ejemplo, una persona que califica alto en un examen, ¿es lista o inteligente? ¿Y alguien que puede darse cuenta de que su compañero de juego está por hacer trampa?
Muchas veces confundimos ambos términos, aunque hay diferencias entre ser listo y ser inteligente. Veamos cuáles.
¿Qué es ser listo?
Suele decirse que las personas listas son prácticas, operativas, despiertas y que están muy atentas a las señales del entorno. De allí que puedan pensar, actuar y tomar decisiones de manera rápida.
De este modo, el principal beneficio de ser una persona lista tiene que ver con ese registro del contexto que lleva a una lectura de la situación y a una respuesta adecuada y hábil. Esto permite aprovechar las oportunidades.
¿Qué es ser inteligente?
En primer lugar, antes de definir qué es ser inteligente, es importante referir que se trata de un constructo difícil. En muchos aspectos, aún no cuenta con total consenso en la comunidad científica.
Por otro lado, también es importante destacar que, durante mucho tiempo, esta facultad mental estuvo asociada a lo cognitivo. Luego surgieron otras teorías que ponían énfasis en aspectos variados.
Por ejemplo, la teoría de las inteligencias múltiples de Gardner, que data de los años 80, fue un cambio de paradigma. Según el autor, existen las siguientes inteligencias:
Lógica.
Lingüística.
Corporal.
Musical.
Espacial.
Naturalista.
Interpersonal.
Intrapersonal.
Para Gardner, todas las personas poseen una mezcla de estas inteligencias, las cuales tienen un desarrollo potencial en mayor o en menor medida.
A su vez, Daniel Goleman postuló la importancia de la inteligencia emocional, que implica usar habilidades sociales, así como el conocimiento y la gestión de las emociones. Para este psicólogo, el coeficiente intelectual por sí mismo no es suficiente.
Diferencias entre ser listo y ser inteligente
Más allá de sus definiciones, podríamos precisar dos diferencias entre ser listo y ser inteligente. Vamos a desarrollarlas.
Una tiene que ver con que la inteligencia ha sido objeto de estudio por años y es por eso que hoy cuenta con una definición o un estándar sobre lo que significa ser inteligente y para el cual existen pruebas psicométricas. Las primeras fueron desarrolladas por Binet y Simon. Hoy existen varios instrumentos, aunque la mayoría de ellos está enfocado en medir comprensión verbal, razonamiento perceptivo, memoria operativa y velocidad de procesamiento.
Frente a diferentes modelos de inteligencia, podrá cuestionarse o no si dicha conceptualización es adecuada. Lo cierto es que, como regla general, suele considerarse inteligente a una persona que tiene un coeficiente intelectual (CI) que se encuentra por encima de la media. Si supera un CI de 130, es posible hablar de superdotación o de altas capacidades.
En cuanto a ser listo, no existe un constructo científico o medible como tal. Corresponde a una idea cotidiana, del sentido común. Se vincula más a la idea de una persona que sabe aprovechar las oportunidades, que aprende de las situaciones y que sabe resolver asuntos.
Otra de las diferencias tiene que ver con su desarrollo. Mientras la inteligencia sería algo fijo e innato, el hecho de ser listo se podría desarrollar. Es decir, la inteligencia se puede enriquecer, pero no se puede acrecentar el CI, mientras que para ser listo, es posible evolucionar con el tiempo.
No todas las posturas científicas validan esta idea. Algunos consideran que, si bien existen ciertas condiciones inmutables respecto a la inteligencia, también es cierto que el cerebro se caracteriza por la neuroplasticidad, por lo que no se podría hablar de inmutabilidad.
Algunas claves de potenciación
Si pensamos en las implicancias de uno y otro concepto, cada uno tiene algo para aportar en distintos ámbitos. Por eso está bien asumirlas como habilidades en conjunto.
Algunas recomendaciones para estimular ambas son las siguientes:
Cuidar la salud. Siempre preservar el cuidado del cuerpo para desplegar nuestras habilidades y talentos. El descanso, el ocio, la alimentación y el deporte son aconsejados.
Participar de nuevas experiencias. Realizar actividades diferentes a las que hacemos con frecuencia, nos permite conocer a otras personas, ampliar el mundo revelado y cambiar la perspectiva. Además, debemos tener en cuenta que mientras más variadas sean esas experiencias, más estaremos diversificando nuestra forma de pensar y actuar.
Tener contacto social. Esto nos permite mejorar habilidades de interacción, así como empezar a atender nuestras emociones y las de los otros.
Ser listo e inteligente… un poco de las dos
Para el buen funcionamiento o desempeño en distintas áreas de la vida, es importante una dosis de ambos tipos. Contar con conocimientos, ser capaces de razonar y de comprender, pero también tener la astucia de resolver situaciones prácticas y leer las señales del contexto, es clave.
Respecto a ser listo o a ser inteligente, ambas cualidades pueden funcionar de manera complementaria. Es estratégico usar una u otra, según lo amerita la situación.
La inteligencia emocional vino a demostrarnos que no hay concepto unitario, sino múltiples, y que las emociones inciden en la salud y el bienestar. Un ejemplo son los nuevos programas de intervención educativa, que contemplan el trabajo sobre el componente emocional, además de la incorporación de conocimientos.