A pesar de las restricciones sanitarias que hay en Cancún, Quintana Roo, el principal destino turístico de México, los viajeros disfrutan en bares, restaurantes y discotecas sin miedo a la tercera ola de contagios de Covid-19.
En el kilómetro 9 de la Zona Hotelera de Cancún, el epicentro de la vida nocturna, cientos de turistas se conglomeran sin cubrebocas ni sana distancia.
Debido a las restricciones impuestas por el Gobierno del estado, la actividad en las discotecas inicia y termina mucho más temprano, cerca de la media noche, pero eso no impide que los turistas disfruten de los atractivos nocturnos que ofrece la ciudad.
Al apagarse las luces de los antros, todos los turistas abarrotan la calle.
La mayoría de los turistas extranjeros que llegan al Caribe Mexicano provienen de Estados Unidos, país que ha vacunado ya a la mayor parte de su población.
Sin embargo, esto no ha evitado los casos positivos, tanto en turistas como en personal de hotelería, que también ya recibió por lo menos la primera dosis de la vacuna.
Con semáforo epidemiológico en naranja, desde abril Quintana Roo registra una alza en el número de contagios, con más de 400 casos diarios durante la última semana.
Durante el verano la ocupación hotelera ha tenido cifras positivas, rebasando incluso la capacidad permitida para los hoteles, que es del 60 por ciento.
Los empresarios hoteleros han diseñado estrategias para evitar los contagios dentro de sus instalaciones, pero son los trabajadores quienes están asumiendo los costos. En las últimas semanas se generó una oleada de inconformidad por la medida adoptada por los hoteles, de exigir pruebas negativas a sus empleados tres veces por semana.
Esto les genera un costo semanal de más de mil 200 pesos y perder por lo menos dos horas de tiempo cada que acuden a realizarse dicha prueba.