Desde que se reportó la desaparición de Debanhi, el pasado 9 de abril, en Escobedo, un grupo de voluntarios se organizaron para apoyar a los padres de la joven y colaborar en su búsqueda.
Adelnery Zarazúa regresaba a casa en su auto tras terminar su trabajo como entrenadora de fútbol rápido cuando fue plagiada.
Durante siete días estuvo incomunicada, sin saber si volvería a ver a su hija, entonces de 2 años.
El 7 de mayo del 2017 se emitió un reporte para localizarla, tras haber sido vista por última vez en la Colonia Sierra Ventana, cerca de donde entonces residía.
Familiares y amigos salieron a buscarla. Muchos la reconocían porque se distinguió como una de las mejores jugadoras de la Universidad Regiomontana.
Estuvo cautiva en dos casas y finalmente los secuestradores la liberaron.
Ese etapa de su vida la marcó para siempre y ahora es voluntaria en la búsqueda de Debanhi Susana.
“No pierdo la fe de encontrarla”, dijo mientras recorría un monte en la Carretera a Laredo.
“A mi me empezaron a buscar después de 72 horas porque no había muchos medios de difusión y se tenían que seguir muchos protocolos”.
Nery dijo que tras sobrevivir al plagio encontró su misión en la vida: ayudar a quien lo necesite.
“No necesito conocer a las personas para poder hacerlo, voy a seguir ayudando a buscar personas desaparecidas”.
Un apoyo bien ‘perrón’
Los primos Sofía Campos y Emmanuel Gallegos llegaron acompañados no llegaron solos a colaborar en los trabajos de búsqueda de Debanhi Susana.
“Zody”, un pastor belga malinois, entrenado desde cachorro como guardia y rescatista, fue parte de la búsqueda de indicios para ubicar a la joven.
“Vimos el llamado en redes sociales y nos animamos a venir”, comentó Emmanuel.
“Zody” tuvo entrenamientos que lo volvieron un profesional.
“Lo usaron para guardia y protección y poco tiempo para búsqueda y rescate. Teníamos nuestro entrenador por fuera, (lo trajimos) porque es lo que se necesita”.
También tienen a familiares desaparecidos, lo que los motivó a apoyar.
“Nos motivó el que nosotros también tenemos familiares desaparecidos”, añadió Emmanuel, “y poder ayudar y poder encontrar a Debanhi”.
Los une causa común: hallar a sus hijos
Cada domingo desde hace un año, Margarita Castro sale a buscar a su hijo Jesús Iván Solís Castro, desaparecido en la Carretera a Nuevo Laredo, pero esta vez, la empatía la sumó a la búsqueda de Debanhi Susana.
La integrante de la agrupación Buscadoras de Nuevo León es acompañada por su hijo Joel.
“Todos los domingos voy y busco, y voy y volanteo también”, dijo, “nada como estar en los zapatos para entendernos.
“Tiene uno que salir a buscarlo, para eso están los colectivos, porque las autoridades no se dan abasto, uno quisiera que hicieran más”.
Cuenta que su hijo iba a adquirir juguetes para revenderlos en un negocio que acababan de emprender juntos, cuando dejó de atender las llamadas.
“Le perdí la pista a él en Vallecillo, llegando, y ya, su teléfono se apagó y hasta las 3:00 me respondió una llamada, pero ya no se oía a él, ya se oía raro”.
Sin embargo, no deja de luchar y acompañar a quienes comparten la causa: hallar a un familiar.
Reparte volantes y apoya a localización
La sonrisa de Gilda Laura Ramones inyecta ánimo a los familiares de personas desaparecidas, incluso cuando ella misma carga la desaparición y muerte de su hija de 18 años, lo que no le impide ayudar cuando se requiere.
La madre de Melissa Abigail Ibarra repartió volantes, contó anécdotas y no dejó de sonreir a los voluntarios.
El 12 de abril del 2020 perdió contacto con su hija, y la encontró dos meses después gracias a la organización Buscadoras de Nuevo León. La joven murió tras recibir un disparo, en Apodaca.
“Desde entonces hago el intento de apoyar”, expuso, “son muchos (familiares de desaparecidos), cada día son más, hay muchos que no reportan porque tienen miedo.
“Una vez que las conoces y una vez que las tratas, no puedes dejarlas, porque conoces el dolor de ellas”.
La Fiscalía estatal comparó el reporte de una mujer no identificada llevada al Hospital Universitario con la descripción de Melissa Abigail. Era ella.
“Cuando la encontré dije: ‘yo ya sé dónde está, pero hay compañeras mías que tienen 10 años buscando”, dijo.