Conectando el corazón de Tamaulipas con la región del Bajío, la nueva autopista Mante–Ocampo–Tula se abre paso como una vía hacia el desarrollo turístico y económico. Más allá del concreto, es un corredor de experiencias, cultura y naturaleza que transforma la movilidad y el paisaje regional.

Desde temprano, el movimiento es constante en la obra. Ingenieros, topógrafos y operadores de maquinaria pesada trabajan entre cerros y cañadas, abriendo paso a la que será la obra más significativa del sexenio en infraestructura carretera. A lo lejos, la niebla acaricia la entrada del túnel Américo Villarreal Guerra, el más largo del norte de México con 1,816 metros de longitud.

“Este túnel no solo atraviesa una montaña; conecta historias, familias y regiones”, dice una supervisora de obra. A su alrededor, los planos detallan una autopista de 106.69 kilómetros, con 21 puentes, sistemas de seguridad inteligentes y concreto permeable, diseñado para reducir el calentamiento del asfalto.

“Antes hacíamos dos horas de camino lleno de curvas. Hoy llegaremos en menos de una, seguros y sin contratiempos”, relata María Elena Martínez, vecina de Ocampo.

Más de 5,000 empleos se han generado gracias a esta obra, que además incorpora concreto ecológico permeable, reduciendo 18,765 toneladas de CO₂, el equivalente a lo que absorberían más de 300 mil árboles durante una década. También se han reubicado especies en 470 hectáreas y construido pasos para fauna.

“Es una obra que respeta el entorno y apuesta por un desarrollo responsable”, destaca el Secretario de Obras del Estado.

La autopista no solo acorta distancias. Refleja un gobierno que escucha, que cumple y que construye el futuro con infraestructura de calidad, ecológica y de alto impacto, como lo ha señalado el gobernador Américo Villarreal Anaya.

Próxima a inaugurarse en 2025, la carretera Mante–Ocampo–Tula abre una nueva etapa para el turismo, la economía y la movilidad sustentable en Tamaulipas.