El sueño fiscal de Donald Trump enfrentó un duro revés este viernes cuando cinco legisladores republicanos bloquearon en comité su “Gran y Hermoso Proyecto de Ley”, una ambiciosa reforma tributaria que incluía un polémico impuesto del 5% a las remesas. La rebelión interna, inusual en el partido, expone las divisiones entre el ala conservadora —preocupada por el déficit— y la presión del expresidente, quien exigió lealtad en Truth Social: “¡Republicanos, únanse!”. El estancamiento amenaza con retrasar la aprobación antes del 4 de julio, fecha simbólica que Trump quería capitalizar.
El proyecto, valorado en 3.9 billones de dólares, prometía recortes fiscales para familias y automovilistas, pero su financiamiento dependía de recortes a Medicaid y otros programas sociales. “Emitimos cheques que no podemos cobrar”, denunció el congresista Chip Roy, líder de la disidencia. Los moderados, por su parte, temen el impacto electoral de reducir ayudas como SNAP (cupones de comida), mientras Trump insiste en que “los demócratas serán culpados del alza de impuestos”.
La gota que derramó el vaso fue el impuesto a remesas, una medida que Claudia Sheinbaum calificó de “injusta y discriminatoria”. Según estimaciones, los migrantes mexicanos enviaron $64,700 millones en 2024, dinero vital para estados como Michoacán y Guanajuato. El gobierno mexicano ya prepara una contraofensiva diplomática, argumentando que viola tratados bilaterales y castiga doblemente a trabajadores que ya pagan impuestos en EU.
Trump minimizó las críticas, defendiendo que su plan “protege a los estadounidenses” al desviar recursos de “inmigrantes indocumentados” hacia programas locales. Sin embargo, analistas señalan que la medida afectaría principalmente a latinos legales, pues el 78% de las remesas provienen de residentes con documentos. “Es un tiro por la culata político”, advirtió un estratega republicano, recordando que Florida y Texas —claves en elecciones— son grandes emisores.
El Comité de Presupuesto ahora tendrá que renegociar el texto, pero el plazo se agota. Mike Johnson, presidente de la Cámara, intenta salvar la propuesta con ajustes, pero los rebeldes exigen recortes más drásticos al gasto. Mientras, Trump recurre a su estilo confrontativo: “No necesitamos fanfarrones, ¡actúen!”, escribió, en un intento por movilizar a su base.
En México, la tensión crece. Sheinbaum confirmó que una comisión del Senado viajará a Washington para presionar contra el impuesto, mientras colectivos migrantes preparan protestas. “Es un ataque a la comunidad que sostiene economías en ambos lados de la frontera”, declaró un líder comunitario en Los Ángeles.
El escenario sigue abierto: si los republicanos logran consenso, el proyecto podría votarse en junio. Pero cada día de demora fortalece a los demócratas, quienes ya preparan su narrativa: “Es un robo a los pobres para beneficiar a los ricos”. Con las elecciones en el horizonte, esta batalla fiscal podría definir no solo el futuro de las remesas, sino el equilibrio de poder en el Congreso estadounidense.