¿Bastará un decreto para sofocar los reproches políticos? Frente a las voces que consideran que su respuesta para proteger el acceso al aborto en Estados Unidos deja que desear, Joe Biden toma la iniciativa este viernes con medidas, aunque de alcance limitado.
Según un comunicado de la Casa Blanca, el presidente firmará una orden ejecutiva que incluirá una serie de medidas en respuesta a la decisión de la Corte Suprema del 24 de junio de poner fin al derecho al aborto vigente en todo Estados Unidos desde 1973, quedando en manos de los estados cedidir sobre el asunto.
Siete estados conservadores ya prohibieron el acceso a la interrupción voluntaria del embarazo (IVG) y es probable que muchos otros sigan sus pasos.
Para muchos demócratas, que han expresado su opinión en los últimos días, la mayoría de las veces bajo condición del anonimato, ni Joe Biden ni sus asesores están a la altura de este histórico giro del máximo tribunal, que se ha vuelto muy conservador.
– Desconcertado –
El día que la Corte Suprema hizo público el fallo, previsible después de la filtración a la prensa de un borrador, el gobierno estadounidense parecía desconcertado.
El primer comunicado del presidente llegó tarde, incluso después de que reaccionaran varios jefes de Estado extranjeros.
Mientras cientos de periodistas y abogados estaban pendientes de la página web del máximo tribunal estadounidense, la encargada de prensa para este dosier en la Casa Blanca se había ido, según la CNN, a tomar un café.
Joe Biden pronunció después un breve discurso, con palabras contundentes, para denunciar un “error histórico” de la corte.
Reveló las primeras iniciativas sobre el acceso a las pastillas abortivas y el derecho de las mujeres a viajar a otros estados si desean abortar.
Pero fue imposible saber más. Y su portavoz Karine Jean-Pierre canceló, sin explicación, la rueda de prensa diaria.
La partida de Biden para una gira por Europa dejó insatisfechos a los activistas y funcionarios que esperaban decisiones espectaculares o, al menos, una respuesta agresiva.
– Vigilancia digital –
El demócrata de 79 años intentará darla este viernes, cuando se espera que pronuncie un discurso para detallar el decreto que busca, entre otras cosas, “proteger la información sanitaria sensible” y “combatir la vigilancia digital”.
Muchos activistas alertan del peligro que entrañan los datos en línea, desde la geolocalización o las aplicaciones para monitorear los ciclos menstruales, que podrían utilizarse para llevar a juicio a las mujeres que hayan abortado.
El texto también prevé proteger las clínicas móviles que practican abortos fuera de los estados que lo han prohibido.
La Casa Blanca quiere asimismo garantizar el acceso a la anticoncepción, sobre todo a la píldora del día después y al dispositivo intrauterino (DIU).
El gobierno estadounidense se propone además organizar una red de abogados voluntarios para ayudar a las mujeres en el frente legal.
– Fiasco –
Estos anuncios tienen un alcance limitado, dado que el presidente estadounidense dispone de poco margen frente a la Corte Suprema y los estados hostiles cuando carece de una mayoría parlamentaria sólida.
Joe Biden llama por tanto a sus compatriotas a votar masivamente por los demócratas en las elecciones legislativas de medio mandato de noviembre.
Su objetivo: conseguir un amplio control del Congreso para aprobar una ley federal sobre el derecho al aborto, que anularía las decisiones de los estados.
Muchos demócratas temen que este intento de movilización electoral fracase, viniendo de un presidente impopular en un país con una inflación galopante, que es lo que realmente preocupa a la población.
Más allá del derecho al aborto, algunos se preguntan si Joe Biden, un centrista, es la persona ideal para enfrentarse a una derecha cada vez más dura, dentro de un clima político crispado.
No hay más que leer los editoriales de los últimos días, incluso en periódicos supuestamente progresistas o de centroizquierda: “¿Joe Biden es el presidente equivocado en el momento equivocado?”, se preguntaba recientemente The Washington Post. “¿Es Biden un hombre de su tiempo?” se leía en The Atlantic.