Donald Trump lanzó una nueva medida proteccionista, esta vez dirigida al mundo del cine: un arancel del 100 % a las películas extranjeras que se distribuyan en territorio estadounidense. La decisión busca frenar la presencia internacional en las salas del país.
La medida sorprendió al sector cultural, acostumbrado a depender de las alianzas globales y del mercado internacional para sostener sus modelos de negocio. Muchos estudios basan su éxito en las taquillas de otros países y en coproducciones.
La propuesta forma parte de una política comercial más amplia que pretende cerrar el paso a productos extranjeros en industrias consideradas estratégicas. Esta vez, el objetivo es la cultura, que Trump busca reorientar hacia lo “hecho en EE.UU.”.
Aún no está claro cómo se aplicará el nuevo arancel ni qué tipo de películas estarán sujetas al impuesto. Tampoco se ha definido si se hará distinción por país de origen o si se incluirán producciones independientes.
La industria cinematográfica estadounidense se enfrenta así a un posible aislamiento que podría provocar represalias comerciales, desequilibrios contractuales y afectaciones a la diversidad cultural disponible en sus propias salas.
Con esta medida, Trump no solo apunta a proteger empleos dentro del país, sino a moldear el contenido que se consume internamente. El cine, ahora, entra en la lista de sectores estratégicos bajo su visión de “América Primero”.