En cuestión de solo unas horas, el presentador James Corden pasó de ser vetado por el restaurante Balthazar, uno de los establecimientos más exclusivos del SoHo neoyorquino, a disponer de una “segunda oportunidad” que le brindó el dueño del distinguido establecimiento, Keith McNally, después de que el también actor se disculpara por su conducta.
En un principio, McNally generó un gran revuelo en su cuenta de Instagram al referirse al británico como un “pequeño cretino”, después de que este se comportara de forma “abusiva” y arrogante en una de sus últimas visitas al restaurante.
Al parecer, Corden encontró un pelo en una de sus bebidas y criticó con dureza al gerente que acudió rápidamente a ofrecerle una disculpa. El humorista exigió que le sirviera una nueva ronda de bebidas y que todas ellas corrieran a cargo del establecimiento.
El pasado nueve de octubre, según el testimonio de McNally, Corden se quejó sobre la calidad de la tortilla que había pedido su esposa, Julia Carey, y dejó entrever al gerente con el que trató esa noche que podría escribir una reseña negativa sobre el restaurante.
Teniendo en cuenta la numerosa base de seguidores con la que cuenta el artista, quien presenta uno de los ‘late nights’ más populares de Estados Unidos, Corden se creyó con la capacidad de hundir en cuestión de minutos la reputación del Balthazar.