Britney Spears disfrutó de una escapada a la isla de Maui, en Hawái. Tal era la felicidad que tenía durante esas vacaciones, que la princesa del pop inmortalizó el momento haciéndose un tatuaje en forma de corazón, un momento que no dudó en documentar en las redes sociales.

Sin embargo, ahora la intérprete quiso desahogarse con ellos debido al pésimo resultado de su iniciativa, ya que el grabado está muy por debajo de las expectativas.

La artista estadounidense, quien se casó el año pasado con el bailarín y actor Sam Asghari, se niega a enseñar públicamente el dibujo y espera recurrir a un tatuador de confianza en los Ángeles para que trate de arreglar el diseño.

Britney no disimuló su decepción. “¡No puedo mostrarlo porque es horrible! ¡De verdad que apesta! Tengo que solucionarlo”, señaló a sus fans.

Esta nueva muestra de espontaneidad de Britney, liberada ya de la tutela judicial que pesaba sobre sus finanzas y otros aspectos de su vida personal, salió a relucir solo unos días después de que la vocalista fuera acusada de haber perdido los estribos durante una cena con su esposo, celebrada en un céntrico restaurante de Los Ángeles.

El considerable enojo suscitó nuevas dudas sobre su estado mental, pero Asghari no tardó en defenderla públicamente ante los reporteros, atribuyendo su nerviosismo al acoso de los paparazzi y demás curiosos.