Ayer, cuando fungía como facilitador de algunas materias en la primera escuela de Psicología de nuestra muy amada ciudad Victoria, estando reunido con mis alumnos en el salón de clases, analizando algunos de factores que inhiben el desarrollo pleno del potencial humano, surgió un debate sobre la aceptación o no, de la veracidad de los elementos causantes de un pobre desempeño intelectual, mismos que aportaron en su disertación los alumnos que participaban en la discusión, pues algunos defendían el punto de que sólo aquellos que no se atreven a aceptar los retos, no desarrollan su capacidad para alcanzar el éxito. Me llamó la atención sobremanera, que los alumnos que utilizaban la frase: “Yo pienso…” reflejaban una actitud más vulnerable, que los que utilizaban la frase: “Yo creo…” De manera sutil les di a conocer mi observación, y los invité a que hiciéramos un ejercicio didáctico, siempre y cuando, todos nos comprometiéramos, no sólo a respetar las opiniones de los demás, sino a no hacer juicios personales que atentaran contra la dignidad; todos estuvieron de acuerdo, y entonces, de manera voluntaria, los alumnos que participaron manifestaron una opinión sobre la manera de resolver un problema social; he aquí un par de ejemplos: “Yo pienso que para obtener buenos resultados en los programas sociales gubernamentales, la responsabilidad de los mismos, deberían recaer en funcionarios de probada honorabilidad” “Yo creo, que todos los ciudadanos deberíamos estar comprometidos en el desarrollo social, y exigir a los responsables de los programas gubernamentales que cumplan con su trabajo con honestidad”. Cuando entraron en discusión las dos posturas sobre el mismo concepto, la mayoría estuvo de acuerdo en que la responsabilidad del desarrollo social debe ser compartida entre los ciudadanos y los administradores de los bienes públicos, agregando además que precisamente, el titubeo en cuanto a la participación de la comunidad en la solución de problemas sociales, evidenciaba el miedo que tienen muchas personas de involucrarse en los grandes temas nacionales, miedo que provenía mayormente de la falta de conocimiento sobre los mismos, debido a una educación alejada de la realidad que se vive.
Me di por satisfecho con el resultado de aquella valiosa oportunidad, que nos dio un momento de reflexión, para conocer cómo pensaban nuestros jóvenes hace aproximadamente 20 años. Seguramente de tener una mejor educación, no sólo habría mayores oportunidades para detonar el potencial humano, sino que se tendría una mejor actitud para enfrentar los retos que amenazan a nuestra sociedad con llegar a convertirse en crisis.
“El gran descubrimiento de nuestra generación es que un ser humano puede alterar su vida al alterar sus actitudes” (Williams James)
“Puede que una actitud positiva no resuelva todos tus problemas, pero molestará a suficientes personas para que el esfuerzo merezca la pena” (Herm Albright)
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