El análisis lo tomé prestado de un tamaulipeco, viejo lobo de mar de la política en todos sus niveles.

La frase ante una taza de café sonó como un epitafio:

“Andrés Manuel López Obrador sí puede convertirse en un peligro para México”…

Para muchos, estas palabras pueden tomarse como una ya gastada secuela de la serie de deslegitimaciones que arrastra el virtual candidato, ahora de Regeneración Nacional, a la Presidencia. ¡Son tantas las veces que se ha dicho lo mismo desde la campaña en la cual perdió ante Felipe Calderón!

Pero en este caso, me parece que vale la pena sopesar el escenario imaginado y confiado por alguien que ha recorrido prácticamente todas las trincheras, hasta ocupar posiciones de generalato.

Expongo el intento de tesis:

López Obrador en sí, afirma la fuente, no es el riesgo para el país en las expectativas que se le crearon. Sus ideas, aunque muchas de ellas son insensatas y hasta imposibles de siquiera acercarse a su cumplimiento, tienen la carga positiva de la buena intención.

¿Entonces por qué considerar que sí puede ser peligroso?

Bueno, éste es el escenario planteado:

MORENA, aunque suene obvio al extremo, es sólo Andrés Manuel. Dos o tres de sus colaboradores tienen figura propia, pero conforman una minoría cercana a la nada en una realidad que se reflejará en las urnas cuando se elijan a senadores y diputados federales.

Expresado en forma de pregunta:

¿Cuántos senadores y diputados federales puede llevar MORENA al Congreso de la Unión, sean por voto directo o plurinominales?

Pocos, muy pocos, como lo indican los sondeos hasta ahora, en donde el tabasqueño usualmente aparece como puntero pero los demás miembros de su establo se ubican a un mundo de distancia de sus adversarios.

En esas condiciones, si llegara a la Presidencia Andrés Manuel, su gestión sería para él una pesadilla diaria. El bloque que no lo traga ni con el más dulce néctar le cerraría las puertas en el Poder Legislativo a cualquier reforma, a cualquier iniciativa y a cualquier acción que fortaleciera la imagen y peso político del “Peje”.

Y lo que quita el sueño es lo que podría hacer López Obrador como respuesta, que es precisamente lo que lo podría convertir en ese peligro que tiene como etiqueta.

Si asumiera un papel de estadista y aprendiera a convivir con la disidencia todos respiraríamos tranquilos, pero esa, por desgracia, es la posibilidad menor.

Si se toma en cuenta la trayectoria, la belicosidad y la intransigencia que han perfilado a AMLO, reflejadas en la funesta frase de “si no estás conmigo estás contra mí”, el panorama es no sólo nebuloso, sino aterrador.

No quiero imaginar a un Andrés Manuel disolviendo un Congreso para hacer las veces de dictador y como lo dijo alguna vez, mandando al diablo a las instituciones. En verdad, no quiero.

¿Cuál de los dos escenarios tiene mayores probabilidades?

¿Maduraría lo suficiente en unos meses el ex perredista para aceptar las limitaciones constitucionales a su poder?

Son interrogantes válidas que plantea la tesis del político que les menciono. E inquietantes, porque de su respuesta depende si en realidad es o no López Obrador un peligro.

En lo personal, dejó aquí mi percepción.

Dicen que los aforismos son perlas de sabiduría popular. Coincido en eso y por lo tanto, en este caso me preocupa sobremanera uno de ellos:

Chango viejo, no aprende maromas nuevas…

LA FRASE DEL DÍA

Uno lee lo que quiere, pero no escribe lo que quisiera, sino lo que puede…

Jorge Luis Borges

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