“Un pueblo gobernado manteniendo el orden por medio de castigos, puede evitar la infracción de la ley, pero perderá su sentido moral”…

Confucio

En la política mexicana, las historias suelen ser las mismas o por lo menos muy parecidas.

Cambian nombres y escenarios en mayor o menor medida, pero las semejanzas entre los sucesos son muy visibles. Le daré una muestra.

Más de 23 años atrás en Tamaulipas, al gobernador Tomás Yarrington Ruvalcaba se le ocurrió en el inicio de su mandato, que debía dar una señal de poder para frenar al cavacismo del cual él mismo emergió, algunos de cuyos integrantes intentaban meter mano en la nueva administración.

El chivo expiatorio resultó Pedro Hernández Carrizales, quien fuera poderoso Secretario de Desarrollo Social con Manuel Cavazos y además el responsable de la construción de la carretera Rumbo Nuevo, precisamente el motivo, junto con otros de tipo familiar, por el cual Pedro fue encarcelado pese a que Tomás lo llamaba su amigo.

Frente al juez, el ex titular de SEDESOL soltó en su declaración una frase que se convirtió en una verdad toral y explicaba todo: “Yo no me mandaba solo”.

Tenía razón, pero alguien tenía que recibir el escarmiento insignia para que Cavazos dejara de lanzar amenazas veladas de que revelaría precoces corruptelas del incipiente gobierno yarringtoniano. Con esa receta, Pedro fue a dar un tiempo a prisión y Cavazos se alejó temporalmente de Tamaulipas al entender el mensaje.

¿A qué viene esta remembranza?

Hoy, algo similar sucede en el presente en el ámbito federal. Un ex Procurador General de la República, un personaje muy poderoso entonces en esa función, amigo entrañable del ex presidente Enrique Peña Nieto, está en una celda asumiendo el indeseable papel de pagador de los platos rotos para que quien fuera su jefe supremo continúe en su sibarita estilo de vida.

Como Pedro Hernández, Jesús Murillo Karam tampoco se mandaba solo durante la presidencia de Peña Nieto. Sin duda fue protagonista señero de ese tan manoseado tema de Ayotzinapa, pero también con seguridad no fue quien dio la última palabra para darle el fracasado carpetazo.

Con las reservas del caso, existen muchas probabilidades de que la conclusión del “affaire” Murillo será la misma aplicada a Hernández Carrizales. Jesús apechugará un determinado tiempo el ser huésped obligado de un reclusorio y al final será liberado por falta de pruebas como sucedió con Pedro, sin ni siquiera con un “usted disculpe”

El “estatequito” lllegó en esos días en el Estado a quien debía llegar e igualmente debe llegar ahora en el plano federal al ex jefe del hidalguense Murillo. En Tamaulipas tuvo que ser digerido y es casi seguro que en su sctual clon federal sucederá lo mismo. La mayoría de los protagonistas de hace más de dos décadas se tranquilizaron –tal vez Pedro no tanto– y también los actores del caso Ayotzinapa quedarán tranquilos tras el mal trago.

Las similitudes saltan a la vista en los dos casos, tanto en el tamaulipeco como en el nacional, en donde sólo un factor es la diferencia. Y hay que admitirlo: Enorme diferencia.

Manuel Cavazos no tenía en 1999 ases en la manga para protegerse y mucho menos una colección de videos comprometedores de su sucesor como seguro político y penal.

Pero ojo, aseguran que Enrique Peña, sí…

EL CASO DE PILAR GARRIDO, AÚN VIVO

Para continua en el tema penal, un rumor recorre oficinas y pasillos de la Fiscalía General de Justicia de Tamaulipas. El tema es la muerte de la española María del Pilar Garrido, en el cual su esposo sigue preso acusado por la FGJT como el homicida, en un juicio salpicado de contradicciones y polémicas.

De acuerdo a gente cercana al acusado, a corto plazo La Fiscalía estatal exhibirá uno de sus mayores fracasos del sexenio, al dictaminarse que no existen las pruebas contundentes para responsabilizar al cónyuge de ese delito.

De ser así, por si alguna mancha le faltaba al gobierno de Francisco García Cabeza de Vaca, su Fiscalía aportará una más…

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