Millones de mexicanos estamos fastidiados de las quejas que escuchamos todos los días, y de ver que la clase política se encarga de distribuir culpas a los demás.
El caso más frecuente es el del presidente López, quien desde el primer día de su mandato -es decir, desde que ganó, en julio pasado- se ha dedicado a culpar a las administraciones de los expresidentes Calderón, Fox, Peña y más, y lo que llamó la “mafia del poder” del estado en que se encuentra México, y se ha dedicado, en cada “mañanera” de culparles de algo a alguien.
Cierto: hay muchas fallas, pero como que ya es tiempo de tomar el toro por los cuernos, y dejar de ver lo que nos dejaron aquellos, porque si ya sabía, ¿para qué quería llegar? ¿para quejarse? Los que votaron por él suponen que querían un cambio, hartos de la corrupción imperante en el sistema político mexicano y que sigue aflorando y presentándose, con los viejos y los nuevos políticos, es decir: nada ha cambiado salvo las siglas y una ridícula fantasía pintada de color ocre llamada Morena que hoy en día inunda las dependencias, queriendo, como los perros que orinan las paredes, “marcar” su territorio, en lugar de ponerse a trabajar.
Y en Victoria, tenemos un alcalde sin capacidad, que se presenta a trabajar presentando un aspecto que bien pareciera digno de un egresado de la zona de bares, que ha demostrado su ineficiencia y una alta presunción de corrupción al amparo del poder, que también culpa a los anteriores de la falta de agua, de pavimento y más.
El alcalde Xicoténcatl vivía en Victoria y lo sigue haciendo al parecer; salvo la camioneta blindada que hoy le paga el pueblo, nada le ha cambiado y sigue siendo el mismo habitante, y sabía que no había infraestructura y había que trabajar fuerte: sabía qe no alcanza el dinero de la administración, menos, porque los negocios donde intervienen sus familiares son muchos y dejan muy poco para obras, y entonces, si sabía, ¿para qué le entraba?
O son cínicos o querían demostrar una gran ignorancia al respecto.
Los dos están iguales: culpando a los anteriores.
Si no iban a poder con el paquete, ambos debían renunciar y dejar de quejarse: dejar el cargo a los que realmente quieren sacar avante el trabajo y la responsabilidad. Tanto López como González han demostrado ser muy buenos para observar lo anterior y quejarse, pero no nos han podido convencer de que tienen eficiencia.
El caso más sonado -la Estafa maestra- donde han encarcelado a una ex secretaria de estado cuando participaron más de 11 universidades públicas y varias dependencias en esa trama tan oscura, o el caso Oderbretch, que nos han dejado ver que se trata de rivalidades personales, o si no, habrá que checar antecedentes del pleito Robles-Padierna.
En Tamaulipas no queremos que se refleje un “lopezobradorismo” de pueblo como es el que hace el alcalde González Uresti, y que ya deje de emitir quejas y que se ponga a trabajar.
El problema del agua, no tiene idea el munícipe qué hay que hacer siquiera y cuando habla, pareciera, como las chachalacas, que grita sin que se le entienda. Hay expertos en la materia que auguraron esta problemática hace tres décadas y no se hizo nada, pero durante su administración, salvo tapar “hoyitos” no se ha hecho más, y Victoria sigue teniendo sed, sin que nada ni nadie le meta en cintura.
Existe hoy en día una comunidad molesta, indignada, enojada, que quiere resultados y ya no más quejas.
Ya no queremos escuchar las mañaneras donde se quejen de la mafia del poder o de los de “antes”, sino queremos políticos capaces -si es que los hay- que resuelvan nuestra problemática, que nos ayuden a tener agua, calles en buen estado, y que nos ofrezcan un departamento de tránsito que se conduzca con honorabilidad, lejos de prepotencias y servilismos como los que vemos en la puerta del 17 Hidalgo.
Queremos una autoridad del pueblo, pero que se gane el puesto de autoridad con hechos, no con palabrería que lo único que ha logrado es mentir… engañar… y decepcionar.

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