Es desagradable, incómodo, molesto ver que hay algunos miembros de la mal llamada “clase política” –porque ni es clase ni hacen política- quejándose de las estrategias de un gobierno, cualquiera que sea.

En el caso que nos ocupa, el hecho de que un legislador se dedique a sacar quejas contra el gobierno de Tamaulipas pro su lucha contra la inseguridad, es realmente indignante, porque como bien dicen algunos expertos, lo hace con una jiribilla política y no de una verdadera queja o reclamo popular.

El diputado Anto Tovar se queja de la estrategia, pero curiosamente, no propone nada por hacer, y cuando los mandatarios emanados de su partido, aplaudió a Egidio y compañçia cuando decían “no pasa nada”; fingiendo una hipçocrita complicidad con autoridades decepcionantes y permisivas, y con los que se han dedicado a aterrarnos día a día.

En otras palabras, el diputado no tiene boca para poder hablar con autoridad, sabedor de que pertenece a esa clase –insistimos, todo menos clase- que vive como sulán, que gastan el dinero de los mexicanos en francachelas y comidas costosísimas, en viajes y hospedajes de lujo, en camionetas con vestiduras de piel, para que no se les escorien sus glúteos, y muchos excesos más, que han salido a la luz pública, aunque malamente y en forma por demás inverosímil no han sido castigados.

Cuando el gobernador Cabeza de Vaca anunció la vuelta al “convoy” –así le llama la ciudadanía- para ir a la frontera, a muchos nos dio muchísimo gusto, aunque lo shorarios no fueron pensados en las necesidades de una mayoría, o así lo vemos, sino de unos cuantos residentes en aquel municipio fronterizo.

Sin embargo, hay vuelta ala frontera con compañía de seguridad, y eso es lo más importante.

Cierto, los matamorenses se sintieron desairados y no se explican por qué a ellos los dejaron fuera del operativo que antaño funcionó hacia los dos municipios.

El asunto que se aborda y por el que se ha instrumentado el operativo no es nada fácil, y requiere de una muy nutrida participación ciudadana y de la autoridad, para que los números estadísticos se confabulen con el éxito que todos queremos.

Sabemos que no es fácil, pero hay que trabajar y mucho.

Y la verdad, legisladores que llegaron por casualidad –chiripa, por amiguismo o compadrazgo y por los vicios del sistema- y que pretenden levantarse como verdaderos críticos del sistema debieran hacer una lectura de dichos y recordar el que reza: la zorra no se ve la cola, ni el zorrillo su…” o algo así, y que nos recuerda todo lo que quienes hemos vivido en Tamaulipas en las tres últimas décadas hemos experimentado en carne propia.

Quienes hemos sido víctimas del crimen y la delincuencia podemos hablar con razón y una muy poderosa razón, y sabemos el terror que se vive en estas cosas.

Los demás, son demagogos que suponen que es algo indeseable, pero nada más que no pasa de un mero discurso.

El terror de vivir estos acontecimientos es indescriptible, créalo.

Y es tan negativo como para permitir que un diputadito venga a criticar a un gobierno que, si bien es cierto que falta mucho pero mucho por hacer, está tratando de dar respuesta a las demandas ciudadanas que se han acumulado pro años.

Y eso no se puede hacer de l anoche a la mañana, como sí se autorizan estos vividores aumentos de sueldo y prestaciones, mientras la población se sigue sumiendo en la crisis económica de seguridad y más.

Pero ellos no lo notan, porque lo decretan cada quincena.

 

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