Es inusual, por llamarla de una manera cortés.
Me refiero a la postura asumida por la Federación de Cámaras Nacionales de Comercio en Tamaulipas, con relación a la espinosa relación que ha sostenido el Gobierno del Estado y la administración federal, sobre la cual ahora esa central exige que se le de pronto fin.
No descubro el hilo negro con lo que voy a señalar, pero queda claro que en nuestra Entidad la postura pública en materia política de este organismo, por lo menos en el tiempo que ha permanecido como su dirigente Julio César Almanza Armas, se ha caracterizado por un apoyo permanente y bastante evidente al poder estatal en turno, sin importar colores, siglas o ideología.
Para decirlo en buen romance, más que un ámigo, más que un aliado, la FECANACO ha sido en los hechos una especie de brazo gubernamental del Estado –priísta o panista– en el terreno de la iniciativa privada, en donde en contraparte la COPARMEX ha adoptado un rostro combativo.
¿Por qué ahora, de repente, esta cúpula de la IP exige que el gobierno estatal ceda en la abierta pugna que sostienen ambos órdenes públicos?
No es gratuita la pregunta.
Se desprende de que apenas un par de meses atrás el mismo líder de ese organismo criticaba en forma virulenta al gobierno federal por practicar, de acuerdo a lo señalado entonces, una presunta persecusión política contra el régimen estatal.
¿A qué se debe el cambio radical?
Me atrevo a aventurar una posible respuesta, en una visión muy personal.
El dirigente de la FECANACO no asumiría una posición tan demandante ante el Estado, si no existiera luz verde para hacerlo.
De ser así, la aparente estrategia –acertada si es cierta– podría ser crear una demanda social, productiva y empresarial hacia el gobierno tamaulipeco de tal dimensión que sea indispensable para éste atender ese reclamo, como se dice en la discursiva política, “por el bien del Estado”.
No le extrañe, si mi imaginación tiene nexos con la realidad, que surjan más voces en el mismo sentido en los próximos días. Todos, pidiendo lo mismo: Concluir el enfrentamiento.
Sería, como acostumbraba decir el ex gobernador Manuel Cavazos Lerma en este tipo de situaciones, practicar el “win–win” (ganar–ganar), en donde todos quedan bien. Gana el que pide porque lo hace por el beneficio de la comunidad y gana el Estado, por actuar para dar tranquilidad a los gobernados.
En este escenario, sólo falta un engrane en este mecanismo para que se de un resultado feliz.
Sería el visto bueno del gobierno federal.
Si éste existe, todo está explicado: Ya existe el principio de un acuerdo entre Estado y Federación.
Y si esto es cierto, la gran pregunta del millón de dólares sería:
¿Qué o cuánto costaría ese acuerdo?
Que quede claro: Todo lo anterior es producto de la imaginación desbordada de quien escribe, pero fundada en hechos evidentes. Si es cierto o es un exceso mental, el tiempo lo dirá.
Como dice la voz popular:
Al fin que estamos platicando…
LA FRASE DEL DÍA
“Las elecciones, a veces, son la venganza del ciudadano. La papeleta es un puñal de papel”…
DAVID LLOYD GEORGE
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