No, no se me olvida, cómo podría olvidar lo que seguramente era parte de mi todo, pero permanecía disperso en el universo, ya fuera como polvo de estrellas, ya como palabras divinas que identifican a su creación como un ser humano, sin olvidar el hecho de que se incluía en el origen del mismo un toque divino.
Lo que deja huella en el alma o en el espíritu no se puede olvidar, de ahí que toda vivencia deja una enseñanza y todo aquello que puede ser visto, de momento, por parte de la comunidad, como eventos negativos, con el tiempo podría tener una explicación para evidenciar que el camino a la perfección de nuestra especie es muy largo, tanto, que no te basta una vida para afinar los detalles que no pudieron pulirse cuando utilizamos nuestro libre albedrío.
Cuando el ser humano reconoce que su actuar no ha sido del todo efectivo para solucionar un problema, éste puede poner en práctica una nueva estrategia para lograr resultados que no solamente le sean satisfactorios a su persona, sino que puedan ser de utilidad a otros que piensan que ya agotaron su capacidad para encontrar soluciones a todo aquello que le impone un reto a su forma de ser y a su existencia misma.
No, yo no olvido todo aquello que me ha dado la oportunidad de salir de dudas, de aclarar inquietudes, de encontrar la verdad que fue sembrada en nuestra mente y en nuestro corazón, para no perder el camino que nos lleve de regreso al origen.
Hay fuentes de luz emergentes que nos van saliendo al paso, cuando pareciera que hemos entrado en el laberinto de la oscuridad, en busca de respuestas, ahí donde frecuentemente nos topamos con lo que parece no tener una salida para ver la luz y poder tener una visión clara de lo que nos está sucediendo, cuando no vemos claro, y tropezamos constantemente con obstáculos, algunos de ellos muy sólidos, otros tan alucinantes que sólo viven en nuestra mente cuando existe confusión.
Recordemos que el ser humano no sólo es materia, debemos de tener madurez para comprender que existen necesidades más allá de lo físico, comprender que nuestra mente puede estar saturada de pensamientos que nublan nuestra realidad y con ello distorsionar lo que realmente se está buscando, y de hecho, lo que necesitamos para avanzar a otro estado de mayor relevancia; el espíritu también necesita mantener una fuente de energía constante que lo libere de ataduras que proceden de los pensamientos que se resisten a reciclar para recuperar el motivo de trascender.
Nadie que yo haya conocido, ha nacido con todo lo necesario para lograr un crecimiento espiritual óptimo como para agradar a Dios de acuerdo a lo establecido por los hombres y asegurar con ello la vida eterna, pero en mi mente y en mi corazón vive la idea de que “ni una hoja se mueve del árbol, sin la voluntad de Dios”.
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