Vive porque quedan muchas cosas por hacer, no te detengas, sigue caminando, sigue generando la energía vital que se requiere para mover la parte del engranaje que mueve al mundo y que necesita de tu esfuerzo para sobrevivir. Vive para que se active aquello que dejó de funcionar porque no hubo quien se sumara a la tarea monumental de mantener viva la esperanza de cambiar.
Vive para ti, pero sobre todo, entrégate de la obra superior que tu Creador te encomendó, porque con ello se cumple la sentencia de que son muchos los llamados, pero poco los escogidos, y que gracias a ello siempre habrá motivos para seguir trabajando por la paz, por la unidad, por la armonía que le dan estabilidad a la viabilidad del planeta.
Vive con la certeza de que en el esfuerzo de cambiar nunca estarás solo, porque es el espíritu y la gracia del Señor son los que mueven tu voluntad para realizar tal proeza, que te quede claro, que es Él, el que habita en nosotros y el que nos mueve hacia el encuentro con la verdad que da vida y que es eterna.
Vive amando a tu prójimo como amas a Dios, de otra forma no podrás decir que estás vivo aunque estés respirando, el espíritu pudiese estar siempre dormido, esperando despertar por el amor que mueve al mundo para hacer su voluntad.
Vive la vida que siempre te estará esperando, para descubrir que este don que se te ha obsequiado, tiene como principio y fin amar a Dios por sobre todas las cosas.
Vive la vida y sé feliz, sabiendo que tienes un Padre que cuida de ti y siempre te estará motivando para que sigas caminando.

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