De mis temores, uno, el perder la fe en que puedo cambiar, y es que si el cambio lo hago pensando en ser mejor para los demás, seguramente, me seguiría frustrando por el cambio logrado, ya que aún no he conocido a nadie que esté conforme con los cambios que he logrado.
El cambio que he buscado siempre, es el de estar conforme conmigo mismo y nada más, porque al hacerlo, con seguridad no me importaría tratar de darle gusto a los demás, porque bien sé, que lo que me piden no es que cambie por cambiar, sino un cambio que se ajuste a su necesidad y eso, me es imposible de realizar, porque he nacido con virtudes y defectos, son estos características de mi personalidad, y siendo así soy feliz, porque además, no creo con ello, hacer daño alguno al inconforme que busca que me deforme para ser un complemento suyo, un ser sin voluntad y sin derechos, alguien al que se pueda ordenar y pueda obedecer al mínimo gesto de desagrado, generado por el agravio de atreverse a pensar.
A los que me exigen que cambie por cambiar les digo, que seguiré siendo el mismo, transparentes como el cristal, siempre apegado a la verdad, con un espíritu humilde y sensible, pero no débil, por aquello que dicen que el prodigar amor a los demás es un signo de debilidad, de minusvalía, de sumisión y de poca hombría.
No necesito esforzarme en agradar a aquellos que no han aprendido a amarse a sí mismos, porque todo lo que no les agrada de mí, es el reflejo de su incapacidad a renunciar a su egoísmo para entender que el verdadero amor es el que todo lo puede y todo lo da, el que nos brinda la oportunidad de perdonarnos a nosotros mismos, antes de perdonar a los demás.

Correo electrónico:
enfoque_sbc@hotmail.com