Recientemente, se han llevado a cabo distintas manifestaciones bajo lemas como: “vivas nos queremos”, “Me too” entre otros, lemas que exigen derechos básicos para las mujeres, que, si bien están tipificados ante la ley, en la práctica, muchos de ellos son ignorados. A diario, vemos como nuestros derechos básicos son violentados por la misma razón: prácticas machistas y violentas que se han instalado en parte de el funcionamiento de la sociedad que incluso en dichas partes son vistas como normales.

El machismo es una forma de relacionarnos, en la cual se concibe al hombre como superior a la mujer, y busca la dominación de ésta. Son prácticas que son promovidas y justificadas, la sociedad busca una razón para defender la violencia; por ejemplo, cuando una mujer es violada, se cuestiona su vestimenta, su pasado y se busca exhumar de culpa al agresor. Por ende, a las mujeres se nos ha educado a protegernos de una violación, a taparnos para no provocar y a no hablar para no molestar.

Dentro de nuestro lenguaje cotidiano se encuentran frases violentas, aunque escondidas, se arraigan en el pensamiento de la sociedad mexicana y hemos aprendido a funcionar bajo estas normas. Insultos como “lo haces como niña” demuestran la violencia que denigran al género femenino sólo por el hecho de ser mujer.

El machismo cuando se presenta afecta a todos, las mujeres se ven aún más perjudicadas, ya que son objeto de discriminación y violencia constante y sistemática. Actualmente, México ocupa uno de los más altos puestos en estadísticas de violencia hacia la mujer. Según cifras de la ONU, nueve mujeres son asesinadas diariamente. Nuestro país se ha convertido en uno de los sitios más peligrosos para las mujeres, gracias a prácticas violentas solapadas por el pensamiento misógino.

Las prácticas violentas, tienen como raíz las ideas machistas que se encuentran arraigadas dentro del pensamiento mexicano. Dicha discriminación se consagra en las relaciones íntimas, dinámicas familiares, ámbito laboral, por ejemplo; A pesar de que México se encuentra dentro de las 15 economías más fuertes según datos del Fondo Monetario Internacional, desafortunadamente las mujeres ganan en promedio un 34.7% (OCDE, 2019) menos por realizar el mismo trabajo que un hombre.

La violencia dentro de un contexto machista escala hasta los daños físicos. Comienza con gritos, insultos, control hasta la agresión física, el problema es que se permite, y no se detecta como un problema hasta que la mujer es golpeada y en el peor de los casos, asesinada. La normalización de la violencia nos ha llevado al panorama actual; en México en situaciones de machismo el esquema de pensamiento no logra detectar las primeras señales de violencia, ya que está tan normalizada que, si una mujer es agredida por el esposo, se le cuestiona “¿qué fue lo que hiciste?”. Debido a que se espera que un hombre sea fuerte y agresivo se le excusan sus agresiones e inclusive se le culpa a la mujer de estas.

Millones de mujeres han sido víctimas de violencia de género, aunque en diferente escala, los prejuicios que se tienen respecto a nuestro género han cosechado toda clase de abusos. En los últimos años, grupos feministas han alzado la voz en contra de las violaciones a los derechos humanos, si bien aún todavía tenemos que educarnos en cuestiones de materia de género, cada vez nos acercamos más a una sociedad más equitativa, ya que los derechos con los que hoy contamos son resultado de luchas feministas de generaciones pasadas.