No hay discurso que calme el dolor provocado por la violencia, ni discurso que la acabe. Hay evidencia de la violencia extrema que afecta a la sociedad con diversas expresiones; violación, secuestro, extorsión, robo, ampliación y profundización del uso de drogas por adolescentes; su cada vez mayorparticipación en el crimen organizado perpetrando crímenes espeluznantes; desaparición forzada, homicidio, desaparición de cuerpos.

A diario violencia y muerte; dolor y sufrimiento; miedo y terror, caminan por nuestras calles, caminos y carreteras sin generar sorpresa, es una estadística más a la que algunos dan seguimiento pues dejó de ser nota ante la falta de reacción de la sociedad y de un gobierno efectivo y real para el control del crimen y de la violencia. Gobernantes, funcionarios y políticos tienen elementos de seguridad que pagamos nosotros para que les resguardan y a sus familias. Si llega a aparecer alguna nota informativa de violencia, con rapidez se cubre con otras desapariciones y muertes, como lamentablemente sucede en Monterrey.

En horas nos enteramos de otras masacres o mujeres desaparecidas o asesinadas. Lo que asusta e impide avanzar es que, como sociedad, nos hemos dejado de cuestionar acerca de esa realidad que lacera, porque nos impacta cada vez menos. Llevamos tres décadas sin dejar de observar como la violencia escada vez mayor. La rendición social ante la violencia y la corrupción gubernamental está declarada por su inacción, tal vez porque no vemos solución que de mejoría a estos problemas a los que no se les ve fondo.

Las redes sociales toman papel informador que, aunque desinforma son contrapeso de peligro de los medios de comunicación que ya no comunican. Han dejado de impactar videos de asaltos en el transporte público, las armas sofisticadas y la barbarie del crimen organizado, generamos imágenes de un país en guerra ante la pasividad del gobierno mexicano.

Las estadísticas muestran aumento en el número de homicidios durante la actual administración, respecto de gobiernos anteriores. Al Gobierno Mexicano se le vepatético por el vacío de respuesta. Discursos van y actos electorales vienen, pero la realidad se impone. La administración federal es experta en trastocar datos para culpar al pasado y crear un entramado que nos remite a un complot universal en su contra. Quienes forman parte del gobierno, supieron capitalizar toda la violencia, desapariciones y homicidios del pasado, pero hoy callan en silencio cómplice de la barbarie. En tanto más notoria es las Fuerzas Armadas en la vida política, la violencia se acelera. ¿Qué sucedería si Palacio Nacional hiciera frente a la violencia con la vehemencia con la que ataca al INE, a periodistas, a la reforma eléctrica? Hay 16 millones de populistas para consolidar una base electoral, no para resolver los problemas de México.