Es curioso o paradójico, según cómo se quiera ver.
Es el ex Presidente de la República más atacado, más hostilizado, más satanizado y en algunos casos extremos el más repudiado. Y con todo eso, en estos momentos sin que nadie parezca darse cuenta, es el más reconocido por su aportación al desarrollo económico de nuestro país.
Sí, me refiero a Carlos Salinas de Gortari. El mismo que ante las furiosas embestidas en su contra alguna vez vaticinó que la historia pondría a cada quien en su lugar. Hoy, sin hacerlo abiertamente, gobiernos federal y estatales, partidos políticos, empresarios, sindicatos, intelectuales, prácticamente todos, le rinden un homenaje.
No es lo anterior un desvarío mental, tan usual en su servidor, sino simplemente los hechos. Le diré por qué.
Como si fueran uno solo –y vaya que en México eso parece imposible– todos los paisanos se han lanzado a defender el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá. Como jilgueros, cantan de él sólo bondades y ponderan sus virtudes, ensalzan el impulso que le dio a la inserción nacional en el terreno de las exportaciones y casi lo ubican como el Santo Grial de la economía mexicana en los últimos 25 años.
Por supuesto, todos lo sabemos o lo deberíamos saber: El TLCAN o TLC por sus siglas, surgió en todo su esplendor en el gobierno de Salinas de Gortari.
¿Quiere sucesos y fechas para confirmarlo?
El 10 de junio de 1990, Canadá, Estados Unidos y México acordaron establecer el referido tratado. El 5 de febrero de 1991 iniciaron las negociaciones por lo que el Acuerdo Comercial fue firmado por el presidente estadounidense George H.W. Bush el 8 de diciembre de 1992; por el primer ministro canadiense Brian Mulroney el 11 de diciembre de 1992 y por el presidente mexicano Carlos Salinas de Gortari el 14 de diciembre de 1992. Los tres países lo firmaron el 17 de diciembre de 1992 y entró en vigencia a partir del 1 de enero de 1994. En ese momento faltaban 11 meses, casi un año, para que finalizara el sexenio de Salinas.
Todo el bebé es de Carlos. Es el papá del Tratado que de acuerdo a lo que ahora se afirma, llevó a México a superiores alturas del primer mundo comercial, creó millones de empleos y que ahora bajo amenaza, no deja dormir a los financieros y productores connacionales por las pérdidas que significaría si Trump lo hace trizas como pretende.
¿En qué quedamos entonces?
¿Es Salinas el villano o es el héroe de la película?…
¿CON QUIÉN ANDAS MUCHACHO?
Algo raro –o sospechoso– sucede en el Partido Encuentro Social, en la facción que opera en Tamaulipas.
En el papel, en los medios y ante las autoridades electorales el PES es comparsa, perdón, es aliado del Movimiento de Regeneración Nacional –MORENA– y súbdito del dueño de este, Andrés Manuel López Obrador.
¿Por qué entonces Abdíes Pineda, el dirigente estatal “pesista” baila en Reynosa al son que le toca la banda azul tamaulipeca?
Bueno, las dos respuestas posibles las proporcionan sus propios militantes: Es por traición o es por dinero. O las dos cosas.
Sólo así se explica, opinan, que Pineda promocione bajo la mesa a aspirantes albicelestes cuando Andrés Manuel ha dejado claro que en Reynosa trae en las alforjas como dos de sus favoritos a José Ramón Gómez Leal –JR– y a Armando Zertuche entre sus mejores prospectos.
O es mucho valegorrismo o es muy grande la bolsa que está en juego…
UN CABALLO NO ES GARANTÍA
Pues quedó claro que un par de botas, un sombrero charro y un caballo no son suficientes para convencer a quien manda en Tamaulipas, para definir al gallo panista que busque la Presidencia Municipal de Victoria.
Ayer, el registro de Roberto Schuldes Dávila, ex “mero mero” en la CONAGUA de esta región, formalizó por el PAN su boleto para buscar la esquina del 17 Hidalgo y acabó con el perfil de aspirante único del médico Xicoténcatl González Uresti, quien ya se veía sentado en el segundo piso del Palacio Municipal.
¿Tan temprano se arrepintieron?…
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