Tengo un amigo cerca y por ello doy gracias a Dios, tengo otro amigo que aunque alejado me recuerda, mas, me preocupa aquel amigo que de nuestra amistad ya no se acuerda, porque creo que más que olvidarse de mí, ha querido con su ausencia aparentar que nuestra amistad no existía.
Tengo un amigo cercano, que por estar tan cerca, lo siento como a un hermano y como tal, en ocasiones se desconcierta, porque mi actitud fraterna pareciera ya no reconocer sus alegrías y sus penas.
Tengo un amigo que por estar lejano, muchas veces los siento cerca y me veo paseando junto a él en bicicleta por la cercanía del estadio y a su madre, que hoy nos ve desde el cielo, esperar nuestro cansado regreso, para refrescarnos con un delicioso licuado.
Tengo un amigo, que de mí, ya no se acuerda y en verdad entristece por ello el alma mía, tanto, que al mirar su retrato y verlo sonreír, me pregunto si de esa sonrisa aún tiene el recuerdo de la amistad que mucho consentí.
El primero de mis amigos representa la experiencia, y con ello, la bien ganada sabiduría, es el que me da consejo, el que me quiere ver feliz, el que me protegió en su momento, de mi desbocada energía, el que cuidó de mí como un hermano mayor, el que tanto me consentía.
El segundo de mis amigos, representa la juventud, es aquél con el que mucho me divertí en la edad ilusionada, con el que compartí los mismos gustos por la música, los sueños de aventura y los autos de potentes motores, veloces, no se diga; él, de pronto en la distancia, me recuerda la cofradía estudiantil.
El tercero de mis amigos, representa tal vez el interés efímero del momento, el que valora tan sólo lo que pudiste dar, el que se aleja sin despedirse, porque ya no espera más de ti, el de corazón superficial, el calculador y práctico, tal vez, el más analítico, tal vez, el único que sí sabe lo que quiere, el que ya no quiere saber más de la amistad.
A los tres amigos los quiero por igual, de su amistad no me arrepiento, no importa que pase el tiempo, no importa que en la terrible tempestad de la incertidumbre o el desconcierto, pudiese surgir la duda de nuestra amistad, porque en la paz de mi alma, donde siempre está el amigo que no me abandona, están mis tres amigos compartiendo conmigo y con Dios el universo.
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