Con gran gozo llegamos hoy a recordar, aquel fastuoso día, en el que nuestro amor llevamos al altar a consagrar. Dios fue nuestro testigo, así estuvo decidido, y así fue su divina voluntad, que para sanar de mis heridas cuando caminé por el desierto de la orfandad, me uniera con su bendición a un ángel que me amara de verdad.

LO QUE DIOS UNE
A mis quince años te decían que no te amaba,
que todo era producto de una púber ilusión,
pero no sabían que el amor que yo te profesaba,
no había nacido para fracasar en la ocasión.

Por amor, mi vida para ti estaba destinada,
nunca hubo error en aquella bendita decisión,
no habría equivocación en la unión tan anunciada,
me lo dijo Dios, al escuchar de mi boca la oración,

Cuando mi existencia parecía vacía y desolada,
me enamoré del amor que habita en tu corazón,
iluminaste mi vida al ver que tu alma tan amada,
a mis ruegos daba el sí en tan sublime confesión.

Después vino la sagrada fusión tan consagrada,
y como bien lo dijo el gran Señor: esta comunión
por el hombre, jamás podrá ser disuelta o separada,
porque el amor que yo uno, es una eterna relación.

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