Cuida de no estar solo en los momentos de confusión y de tristeza, porque la sensación de estar perdido, la sentirás de los pies a la cabeza, antes de caer en la torpeza de darte por vencido, reza, pídele al Señor tu Dios que esté contigo, abre bien los ojos para que puedas verlo y sentirlo en las muestras de amor que te ofrezca un niño.
Y CON TU ESPÍRITU
Cuando más triste y confundido estaba,
me obsequiaste misericordia con tu mirada,
me ofreciste tus brazos mientras yo pensaba,
sí, eras Tú, en ausencia de la palabra hablada.
Después, sentí cómo el miedo iba en retirada,
quedándose conmigo la paz tan anhelada,
mientras mi corazón amoroso te escuchaba,
y el gozo de sentirte, tenía a mi alma relajada.
Y en aquella quietud espiritual, mientras oraba
el Espíritu Santo, sanaba mi dolencia inesperada,
diciéndome al oído lo mucho que Dios me amaba,
por creer en Jesucristo y en su madre tan amada.
Al término de la oración, mientras me abrazaba,
su divinidad con un beso emprendió la retirada,
dejando un bello destello de luz que blanqueaba
todo a su paso, avivando en mí la fe tan apreciada.
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