Perdóneme usted mi fino y amado lector, si hoy, de amor romántico no le hablo en la ocasión, es que mi corazón se encuentra un tanto desconsolado, por la arrogancia de los que dicen ahora ser puros y bien portados, y aunque tienen derecho también al perdón, no trabajan para nada en su absolución. ¿Será que a Dios no le temen tanto, como a ser por sus amos desahuciados?
PRELUDIO DE TORMENTA
Tratando de despejar la mente y finalmente crear,
en aparente paz, y por la serenidad reconfortado,
mi espíritu empieza a inconformarse y a desesperar,
por el esfuerzo realizado y lo poco que se ha logrado.
No me dejé llevar por el odio y por la vileza arrastrar,
humilde he sido y por amor a mi Señor considerado,
¡Ah¡ pero qué difícil es el hombre, necio de abordar,
cuando se empeña en ser servil y harto despiadado,
olvidando a su Dios, para sólo a su egoísmo adorar,
cerrando su corazón, para ayudar al más necesitado.
No pregunte si algo ha pasado, de eso no puedo hablar,
porque libre de pecar, aseguro, todos hemos pecado,
hay pecados pequeños y otros que nos pueden condenar.
No hay que olvidar que como trates, serás tratado.
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