Por cada uno de los segundos, minutos y horas con sus días, por cada mirada, cada beso, y las miles de cálidas caricias expedidas, por el amor de Jesús que nos mostrara el camino para llegar unidos y salvos a la eternidad prometida, por cuarenta y dos años y la oportunidad, de morir al pecado para resucitar a la nueva vida, hoy y siempre te digo, que eres para mí el alma consentida, que envió Dios para darle sentido y rumbo a mi extravío.

CUARENTA Y LOS DOS.

Cuarenta y dos años pasaron ya, y parece que fue ayer

cuando pactamos con el buen Dios nuestra gran alianza.

Cuarenta y dos años de aquel maravilloso acontecer,

en el que puse en tus manos la promesa en alabanza.

Cuarenta y dos años de amor que llegan a su atardecer,

siempre vivo, siempre fresco, lleno de bienaventuranza.

Cuarenta y dos años de amarte de la noche al amanecer,

de soñar contigo, de vivir unidos sin perder la esperanza.

Cuarenta y dos años de sentir la paz y el amor florecer,

en un vínculo feliz, pleno de comprensión y de confianza.

Cuarenta y dos años en los que juntos, hemos podido crecer

en espíritu, gracias a la humildad, al perdón y a la templanza.

Cuarenta y dos años contigo, y ver nuestro sueño fortalecer,

y llegar a Dios y a la eternidad, por su gracia, imagen y semejanza.

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