En el amor, el poeta requiere de la romántica ilusión, y de la hoguera que calienta el invierno de su pasión, busca con afán la chispa que le devuelva al corazón, el ritmo para seguir amando, teniendo siempre la razón.

¿Se necesita una razón? Dame una sola razón por la que no se pueda, pero dámela, y dímela con todo el corazón, porque sólo así harías que de nuevo suceda, y regrese lo que daba a nuestras vida la sazón.

Dímelo tan suavemente como la tersa seda, y que tus labios quiten a los míos la razón, al secar la humedad del beso que nos queda, para liberar mi vida, de tan cruel y árida prisión.

No puedo solo hacer que el tiempo retroceda, para devolver a nuestro amor la cálida ilusión, pidiendo con tal fervor a Dios se nos conceda, seguir siempre unidos con ternura y con pasión.

¡Caliente el fuego la hoguera! ¡Levántese la veda! ¡Escúchese la palabra claramente en su dicción! La duda, cuesta abajo se aleje como rauda rueda, y en el fondo, permanezca firme nuestra relación.

Y ahora… dile al corazón que existe una razón, para que de amor, no se muera.

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