QUE LA PAZ SEA CONMIGO
Sentado en el espacio del todo y de la nada, sintiendo cómo el viento tibio de la tarde toca suavemente mis mejillas y mi frente, mientras mi espíritu lleno de ilusión y de esperanza, con paciencia, espera la bendición de Jesús y su Palabra, para que mi triste corazón se abra, para llenarse de gozo al saberse amado y consentido por el poder de tu diestra mi Señor.
No dejaré por ello, que el cansancio y la apatía influyan en mí y me venzan, por eso, a mi vida no le daré ni tregua, ni reposo, seguiré caminando a tu encuentro con la lámpara rebosando de aceite y encendida, para iluminar eternamente el camino por donde espero tu llegada.
Descansaré en tu yugo mis penas y dolores, aprenderé de Ti la mansedumbre y la humildad de corazón, para encontrar la paz de mi alma tan sufrida, porque sólo Tú puedes consolarme.
Hoy me siento como un niño que necesita desesperadamente de su Padre, porque en ocasiones, me siento perdido y confundido, cuando el cielo se cubre por oscuros nubarrones, hoy quisiera me tomaras de la mano para sentirme seguro en esta tierra.
Recuerda, mi Seño, que soy hijo tuyo, y que sin tu guía estoy perdido, necesito camines a mi lado en los momentos en que me siento triste y desolado.
Ven a mi Espíritu Santo, imprime en mi valor y fortaleza, lléname con tu divina y vital sabiduría, para mantenerme en pie, para encontrar la paz en mi alma desvalida.

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