Para mí no hay amores grandes ni pequeños, en mi corazón todos caben y son iguales; amo a la mujer que me dio la dicha de ser padre, y amo también a raudales, a los que hicieron florecer el anhelo de permanecer más allá del día y del anochecer; amo pues, a los que me llevan en su sangre y me harán comparecer en la eternidad, que nos ofrece nuestro Dios Padre.

UNA LUZ EN EL CAMINO
Cuánto has cambiado, y parece que fue ayer,
cuando te vi por primera vez, y vi mi verdad,
eras el bebé más hermoso de ese amanecer,
y fuiste para mí un paso hacia la eternidad.

Hoy eres la esperanza que me hace estremecer,
el niño, el adolecente, el hombre de corta edad,
entusiasta protagonista de su brillante acontecer.
que derrocha energía, para diseñar su prioridad.

Te conozco de siempre, te veo avanzar y florecer;
dudar de tus destrezas, es negarte la oportunidad
de ocupar el sitio de grandeza que debes merecer,
por tu sobrada inteligencia, tu nobleza y humildad.

Eres, Sebastián, el mensajero que me hará permanecer
en el espacio y el tiempo, que ocupé en la humanidad,
serás la luz que ilumine mi camino, del día al atardecer,
y la sabiduría le ofrecerá a tu vida, un nuevo amanecer .

Dedicado a mi nieto Sebastián, en su décimo sexto aniversario de vida.

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