Del dolor al amor
No me quejaré más de lo que me duele,
seré un hombre agradecido por sentir dolor,
pues por ello podría hacer que mi espíritu recele,
y abandone este cuerpo, por no ser digno del Señor.
Y es que quejarme tanto y por todo a cobarde huele,
mas el propósito de mi queja tiene, encender el esplendor
para atraer a Aquel que me ama, se apiade de mí y me consuele,
y sanar así del miedo que me gana, para recuperar con ello mi valor.
Duele, sí, cuando por la falta de amor nadie se conduele,
del triste pecador que por su error se duele y se aleja del amor
presumiendo fe y pureza donde no hay, por ello, todo acierto se cancela
y desesperado clama de su Dios ayuda, adorándolo con singular fervor.
No me quejaré más, oh creador que tú divina mano cincela,
obra soy de tu creación, divino alfarero, Padre humilde y trabajador,
afortunado sin duda, de tener todo lo que a mi ser le duela,
de mi vida dueño, de mi corazón Señor y de mi voluntad el defensor.
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