Después de mirarla a los ojos y sentirme abrazado por su alma, tomé entre mis manos su cara para acercarla a la mÃa, rocé mi nariz con la suya y sentà cómo sus labios tocaron los mÃos; entonces, un sentido calor recorrió nuestros cuerpos como queriendo fundirlos; después suavemente se escuchó un prolongado suspiro para reponer el aliento perdido y dejar que los brazos como lazos tejidos nos mantuvieran unidos hasta perder el sentido, mientras soñábamos que viajábamos en tiempo y espacio.
Después de mirarla a los ojos, jamás pude olvidarla, no sé si estaba profundamente dormido o estaba totalmente perdido, pues ya no pude encontrarla cuando abrà enamorado los ojos, y decirle se quedara para siempre conmigo.
Vinieron después los tiempos de frÃo, mi alma sufrÃa por ella, y el recuerdo febril del pasado, atormentaba cruelmente mi vida, al sentirla tan lejos de mÃ, y no poder tenerla en mis brazos.
Fue su retrato un consuelo divino, por las noches dormÃa junto a mÃ, le veÃa fijamente a los ojos y aún podÃa ver en ellos el amor que por ella sentà y con lágrimas anegando mis ojos, le decÃa, pronto estaré junto a ti, y cumpliré mi promesa de darte el corazón que aquel dÃa te ofrecÃ.
Y pasé aquellos años por mas temeroso, pensando que el tiempo y la distancia te alejarÃan de mÃ, mas, un dÃa el Señor piadoso se compadeció y me concedió lo que tanto pedÃ. Hoy estoy junto a ti, viviendo un amor maduro y hermoso, hoy te miro a los ojos y me veo dentro de ti.
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